La democracia, cuyos orígenes se remontan a la Grecia antigua, ideada por Platón y moldeada por Aristóteles, primero se moduló con la ecclesia, luego la Ciudad-Estado y, desde allí, la humanidad la fue forjando con la característica singular de la separación e independencia de poderes públicos, y se ha ido diversificando, a través de la historia, de acuerdo con la visión de cada pueblo. Desde finales del siglo pasado, ha entrado en crisis, dando paso al surgimiento y la entronización de sistemas autocráticos, que tienden a limitar el ejercicio pleno de los derechos y libertades ciudadanas. Ha sido sostenida la transición de las democracias en varios países hacia las autocracias, donde el poder absoluto es asumido de manera progresiva por una persona o un grupo minúsculo de personas que, usualmente, representan a un movimiento ideologizado y dogmático.

Según los análisis, de los 8200 millones de habitantes en el mundo, por lo menos 5000 millones de personas viven bajo gobiernos autócratas, en los que, si bien, muchos líderes han llegado al poder por vías democráticas, sobrepasan y desconocen las normas constitucionales, y sus decisiones han llevado a la concentración del poder, al veto a la oposición política, a la limitación de derechos como la libertad de expresión y, por supuesto, a la falta de separación de los poderes públicos. El informe ‘El Estado Global de la Democracia 2025: La democracia en movimiento’, estableció que el 2024 fue el noveno año consecutivo en que más países mostraron un descenso neto en lugar de una mejora en el desempeño democrático general.

Entre los factores que más favorecen esta crisis están la aquiescencia del populismo y el aumento de la polarización política, lo que contribuye a que se diluyan la libertad de pensamiento y acción, se limiten los derechos humanos y las decisiones sean tomadas por un líder autócrata y su áulico sanedrín. Igualmente, se avasallan los frenos y contrafrenos y pesos y contrapesos necesarios para el equilibrio constitucional. También inciden factores como la desigualdad social, la corrupción y falta de credibilidad institucional, la alta migración forzada, entre otros, que generan aversión y apatía entre la ciudadanía.

La sociedad necesita promover la democracia que, si bien no es el sistema perfecto, sí es el sistema político óptimo que ha logrado construir la sociedad humana y se encuentra en permanente evolución, al mismo ritmo en que evoluciona y crece la humanidad. Es, sin duda, perfectible, y necesita del aporte diario de todos para ser mejor.

@Rector_Unisimon