Cada día es más incomprensible las actuaciones privadas y públicas del Presidente Petro en acontecimientos nacionales o internacionales. Recientemente no hace muchos días y el tema está suficientemente comentado en medios y personalmente por la mitad del país, visitando la ONU en Nueva York donde no viajó en representación de él mismo sino de toda Colombia, en una demostración callejera, una manifestación de índole política, micrófono en mano, le pidió a los militares de los Estados Unidos que desobedecieran al Presidente Trump y fueran a Gaza a liberar a Palestina. Es decir caer en semejante ridículo es ya la suma de la irracionalidad mental a la cual ha llegado.
Las críticas le han llovido al Presidente merecidamente. Pero la gravedad de su actuación es que lo realizó en territorio válido jurídicamente como de los Estados Unidos. Eso es una calle de Nueva York o de cualquier otra ciudad. Y además exhortar a las Fuerzas Armadas de ese país a sublevarse contra su propio Presidente que es el jefe máximo. Si Petro realiza esta tremenda imprudencia en el recinto de la ONU, este organismo es neutral por decisión de las leyes internacionales y allí habría obrado en territorio neutral. Grave pero no mortal legalmente. Y pedir a las Fuerzas Armadas a viajar a Palestina para su liberación habría sido otra gran imprudencia pero no tan significativa por estar dentro de la ONU. La reacción del gobierno de EE. UU fue la que tenía que ser.
Colombia pensante no entiende que pretende y por qué, Petro quiere enemistar nuestro país con los EE. UU. Las relaciones por 200 años han sido óptimas y se ha demostrado por parte de los norteamericanos oficialmente y sociológicamente una cercanía amigable con nuestro país y los colombianos. Somos uno de los principales negociantes con ellos y mucho de nuestra economía se ha favorecido por la estrecha relación. Nuestras armas para Fuerzas Armadas de allá provienen en alto porcentaje y hemos tenido de ellos miles de millones de dólares en sustento, apoyo y ayudas de carácter caritativo, generoso, colaborativo. Nos han ayudado en la guerra contra las drogas, en el comercio internacional, educativo, técnico, científico, cultural.
Que haya un sector de nuestro país que no simpatice con los norteños es natural, pero el altísimo porcentaje es mucho más lo que se les aprecia que lo que se les rechaza. La alianza histórica entre los dos Estados es profunda, diversificada, noble. Sí, lo resume afortunadamente la frase de un alto ministro de Trump:
“Nuestras decisiones son contra el Presidente Petro en particular, no contra la República de Colombia ni sus maravillosos ciudadanos”.