Con suma pertinencia, desde hace más de veinte siglos, el filósofo Cicerón definía a la gratitud como la madre de todas las virtudes. Aunque puede asumirse que la manifestación de la gratitud solamente impacta de manera positiva a quien la recibe, la ciencia ha demostrado que también genera beneficios trascendentales en la salud mental de quien la dispensa. No se trata solamente del fortalecimiento de las relaciones interpersonales a través de ella, para lo cual también resulta fundamental, sino del estado de bienestar integral de las personas.
Uno de sus mayores méritos, según la sicología positiva, es el vínculo entre la expresión de la gratitud y los bajos riesgos de depresión, siendo esta afección mental una grave problemática de salud pública, que padecen 332 millones de personas, es decir, aproximadamente el 4 % de la población mundial, por lo que son necesarias acciones de promoción y prevención de la salud, aplicando acciones sencillas de gratitud y, si es posible, adoptándolas como hábitos permanentes.
Un metaanálisis de estudios sobre la asociación entre la gratitud y la depresión, de investigadores de la Universidad de Nueva Inglaterra, en Australia (2021), estableció que son insumos relevantes para la existencia de una conexión causal entre ambas: los mayores niveles de gratitud se asocian significativamente con una menor depresión.
Así mismo, la neurocientífica estadounidense Laura Watkins se refiere a un “ciclo de virtud”, según el cual la gratitud incrementa la felicidad y, al mismo tiempo, el estado de felicidad también deriva en gratitud.
Hay diferentes recomendaciones como llevar un diario para anotar lo que queremos agradecer y a quiénes, incluso tratándose de asuntos espirituales como el agradecimiento al ser superior o a la naturaleza o, simplemente, sentir estima y gratitud con la vida; también, actividades cotidianas como elogiar a un compañero de labores o alguien con quien vamos a interactuar o dar un detalle a alguna persona a la que queremos agradecerle. Sin embargo, considero que los gestos más espontáneos, que salen del corazón en el momento en que se nos ha brindado una ayuda o apoyo resultan más efectivos.
Con toda seguridad, incorporar el sentimiento de la gratitud como un hábito positivo cotidiano enriquecerá nuestro día, influyendo positivamente en el estado de ánimo de la persona a quien le manifestamos el agradecimiento y, por supuesto, de nosotros mismos al reconocer genuinamente el apoyo de los demás, volviéndose una cadena de afecto y de bienestar.
@Rector_Unisimon