El sábado 7 de junio de este año fui invitado por Ana María Aljure, gerente de ciudad, a la presentación de una propuesta de mejoramiento de los ranchos del precario caserío de pescadores que habitan y trabajan en el extremo del tajamar. La acompañaron varios funcionarios, entre ellos Juan Carlos Ospino, secretario de cultura, y Angelly Criales, gerente de Edubar. También las lideresas María Correa y Elsa Acevedo, nativas de Las Flores.

El sábado incluyó el desafío de llegar a la punta del tajamar. Yo solo había recalado en la segunda playa de Puerto Mocho con fines gastronómicos en el restaurante de Rosario Hurtado.

Por un trecho lleno de baches que hacen difícil la movilidad, nos desplazamos en moto de la segunda playa hasta el lugar de la reunión, cercano a la Virgen de la Milagrosa, colocada por monseñor Víctor Tamayo en noviembre de 2010. Hoy el tramo más estable va de Las Flores a la primera playa de Puerto Mocho a la que se accede en el tren, en buseta, en moto, en motocarro, en bicitaxi y a pie. A la segunda playa se llega en carro, en moto y a pie, pero el trayecto es destapado.

De la virgen hasta la punta del tajamar el desplazamiento es a pie por el deterioro de la obra. Es un camino repleto de rocas, muchas de considerable tamaño y con bordes peligrosos, por lo que toca ir con sumo cuidado para evitar una fractura en brazos o piernas o en otra parte del esqueleto. Los pescadores narran que algunos visitantes han tenido que ser sacados en chinchorros a causa de severas fracturas.

Yo caí sobre unas piedras, pero solo sufrí una peladura leve en la pierna derecha. Perdí, además, la capa antideslizante de la suela del tenis derecho de unos Fila negros que me trajeron de Canadá.

Juan Carlos Ospino dio una lección aerodinámica gracias a su saludable reducción de peso. Ana María Aljure demostró sus dotes acrobáticos volando sobre los peñascos húmedos y filosos. En la punta del tajamar, desde un rimero de rocas enormes, disfrutó embelesada el encuentro del río y el mar. El oleaje de la memoria me trajo a Kate Winslet, la bella Rose, en la proa del Titanic, contemplando el poder bravío del océano.

No es una sorpresa la erosión sin pausa del tajamar que motivó la reacción del alcalde Alejandro Char y el anuncio de Cormagdalena de una curación puntual mientras un estudio pormenorizado define qué plan reconstructivo se sigue. El tajamar se ha ido desmoronando a pedazos. Su parte inicial ha perdido unos 3 kilómetros. La pereza institucional es la culpable. El tajamar es vital para la actividad portuaria de Barranquilla y el desarrollo turístico de Las Flores y sus playas de Puerto Mocho.

@HoracioBrieva