Tal como lo expresa el escritor Lopera en su libro La culpa es de la vaca, “si no encontramos fácilmente un culpable de las cosas que nos pasan, somos capaces de responsabilizar a un animal, al destino, al horóscopo, a otras personas, a lo que sea, con tal de no comprometernos con el cambio”. Es la situación que vive hoy el país con la importante vía al Llano, despensa agropecuaria y de petróleo de media Colombia y que seguramente puede estar repitiéndose en otras regiones.

Se trata del mayor acto de corrupción oficial de la historia de Colombia, orquestado por la ANI (Agencia Nacional de Infraestructura) donde se hipoteca y se vende el país a pedazos. La culpa no es de la vaca como nos enseña Lopera. La culpa es de las gallinas de los criaderos de los campesinos de Chipaque, según el concepto de un técnico de la Concesión Coviandina, tratando de justificar la mala planeación de su obra, donde se cobran los peajes más caros del país.

¿Por qué en pleno siglo XXI la vía sigue sin terminar, con un viaje de 8 horas de Bogotá a Villavicencio, igual que hace 50 años, cuando existen autopistas debajo del mar como el Eurotunel submarino de 37 kms que conecta a Reino Unido con Francia, Bahia Tokio, otro submarino por debajo de esa bahía en Japón y un tercero que une a Dinamarca con Alemania debajo del mar Báltico con ferrocarril y carretera? Esta vía de 90 kms, la podría construir los ingenieros Chinos en menos de tres años, con un solo túnel partiendo de Bogotá a Villavicencio, por debajo de la tierra, más barata y de mejor calidad.

La Silla Vacía (portal digital), en dos informes preparados por el economista David Mora nos ilustra sobre el tema, aclarando que el primer contrato de concesión nació en 1994 a nombre de Coviandes; posteriormente se otorgó otra Concesión en favor de Coviandina, sin incluir los peajes. Ambos contratos suman hoy 9 billones de pesos, dejando por fuera el mantenimiento de 170 puntos críticos, de los cuales 55 son sectores muy riesgosos en cuando a derrumbes y deslizamientos de tierra, bajo la financiación del Estado. Esta concesión es “una vaca lechera” fríamente calculada para saquear las finanzas del Estado, con unos amarres jurídicos de alta inteligencia artificial que no dejan huellas.

Como dijo el escritor japonés Kakuzo Okakura: “El mundo avanza atientas en las sombras del egoismo y la vulgaridad”. Un país lleno de felicidad manipulado por las redes sociales al servicio de un capitalismo inhumano y asociado a una corrupción perversamente inteligente para el mal.

@FcuelloDuarte