Sin ningún interés en reafirmarme en la isla de la revictimización y con la consciencia social encendida, escribo esta columna. Habitamos un mundo racista y patriarcal de eso no hay duda, no existe un país que haya alcanzado la equidad e igualdad de derechos, que haya erradicado las violencias contra las mujeres y que pueda afirmar que no existen racismos estructurales y sistemáticos, en eso, estamos claras son datos y hay que darlos.

Bien lo afirma la maestra Angela Davis:

“El feminismo, será antirracista o no será”, no basta con autodeclararnos – no racistas – hay que ser también antirracistas.

Esto cobra total pertinencia, dado que diariamente se presentan actos racistas, intentos de feminicidios, acosos callejeros y diversas formas de violencias contra las mujeres; se opina de su cuerpo, de su pelo, de su estética, de sus “modales”, de su intimidad, se considera peligrosa si tiene liderazgo y “apropiada” si es dócil, muchos se atreven a culparlas de provocadoras por su forma de vestir, por dar sus opiniones, por defender sus derechos y peor aún, por no ser capaces de educar o reeducar a los machos y convertirlos en antiviolentos, aparte de todo, nos exigen que transformemos el patriarcado arraigado en la mente de muchos, que lo tienen instalado como una licencia social que se le ha otorgado sobre los cuerpos y los mundos femeninos.

Ser mujer es un deporte extremo y peligroso que permanentemente está sobreviviendo a una humanidad patriarcal y ser mujer negra agudiza la situación, extrema la activación de estereotipos de género y de la mal llamada “Raza”, se establecen prejuicios sobre ella, considerando que “Es un objeto sexuado” “Es buena para determinadas labores propias de la historia de esclavitud” “Tiene que cocinar sabroso” sin respetar las libertades individuales, sus gustos o sus decisiones.

Ser mujer y negra, corresponde a conquistar cada espacio y a romper paradigmas, a seguir atravesando prejuicios en la ciencia, la tecnología, la música, la política, la literatura, el deporte y todos los sectores de poder, en los cuales, la inteligencia y determinaciones de las mujeres negras pueden lograr grandes transformaciones (eso está súper demostrado)

El desafío es algo que tenemos en el ADN y por supuesto la capacidad de trascender a estas realidades está altamente desarrollada, considero que basta de vivir en la dinámica de – resiliencia- para comenzar a transitar amplias autopistas de – merecimientos- porque tenemos todas las capacidades, talentos y estrategias para lograr todo y para habitar esos mundos que estaban reservados para cuerpos y existencias privilegiadas.

El poder no tiene color establecido, por más monopolizado que se quiera mantener, los poderes son plurales y por ende diversos, pluriétnicos y dinámicos. Las mujeres negras merecemos habitar un mundo que no nos haga invertir (al doble) la energía en – protección, defensa, resistencia, sino que comencemos a evolucionar hacia la posibilidad de tener libertad de energías creativas, que ese sea nuestro mayor logro, que la inversión de tiempo y energía corresponda a procesos creativos y transformadores, que se enciendan las luces de escenarios visionarios y hacedores.

Para finalizar afirmo que no podremos denominarnos mundo de avanzada tomando como indicadores los adelantos tecnológicos, mientras se mata, se violenta y se vulnera por racismos y discriminaciones estructurales y sistemáticas que se perciben como – normales- y se legitiman con perversa tranquilidad. El mundo avanzará cuando se logre garantizar los derechos a todos y todas, cuando quepamos con amplitud y privilegios sin limitantes para nada.

Soy y estoy orgullosa de ser mujer, de ser negra, de ser pluralidad consciente.

@facostac