En su alocución del 5 de agosto, el presidente Petro dejó una pregunta en el aire: ¿seguirá el proyecto de “cambio” que ha impulsado en estos tres años? La encuesta de Invamer ya respondió por él: el 64 % de los colombianos cree que ese cambio ha sido para peor. Lo que en campaña sonaba como una transformación histórica, hoy se percibe como un retroceso en los temas que más nos duelen.

Petro llegó a la Casa de Nariño con el 51 % de los votos, montado sobre el cansancio colectivo hacia “los mismos de siempre”. Prometió una política distinta, un gobierno sin corrupción y, con su pasado guerrillero como carta de presentación, la capacidad de cerrar el conflicto armado de una vez por todas. La famosa “Paz Total” sería su legado. Tres años después, esa paz no se ve por ningún lado.

En su último discurso no reconoció ese fracaso, ni mencionó sus promesas esenciales. No ha sido capaz de ejecutarlas. Lo cierto es que su gobierno, formado por personas que él mismo eligió, no ha podido salir del pantano de los escándalos. El caso judicial de su hijo por presuntos dineros irregulares en la campaña, contratos inflados que tocan ministerios y el uso descarado de la burocracia para pagar favores políticos son apenas algunos ejemplos. No es casualidad que el 76 % de los colombianos diga que la corrupción ha crecido. Y mientras tanto, el libreto es el mismo: la culpa siempre es del planeta entero, menos del Gobierno.

En seguridad, el panorama es igual de preocupante. Problemas que venían descendiendo y que muchos creían que él era la ficha que faltaba para cerrarlos, hoy están fuera de control: el 73 % siente que la inseguridad empeora, el 65 % cree que el Estado perdió el control territorial y el 74 % dice que el narcotráfico está peor. El secuestro volvió, la extorsión se disparó y las Fuerzas Armadas, limitadas por órdenes confusas, ven cómo los grupos ilegales negocian con ventaja y siguen delinquiendo, ahora con el sello oficial de “Paz Total”.

Por eso el cambio que prometió terminó convertido en decepción. No llegó la transformación; llegó un gobierno que nos deja más inseguros y más desconfiados. Por eso lo que más preocupa es lo que viene. Con un año restando en el cronómetro, la izquierda unida y con el poder del Estado, ya trabaja para tener un candidato único en octubre. Mientras del otro lado, está un centro debilitado y una derecha atomizada, sin proyecto ni liderazgo claro. Y si nada cambia, la historia es predecible: no será la mayoría inconforme la que decida, sino una minoría organizada que sabe jugar en bloque. El momento de reaccionar es ahora, porque después no habrá encuesta que sirva ni marcha que alcance.

@miguelvergarac