Antes de la masificación del internet y de las redes sociales, los cánones de belleza eran dictados por los programas de televisión o las revistas de moda y farándula que, en buena medida, eran seguidos por limitadas audiencias. En los últimos años, el auge de estas plataformas digitales —que mantiene a la población hiperconectada—, ha derivado en una enorme y creciente presión por la apariencia estética que se evidencia en el afán de lucir de acuerdo con lo que la moda reconoce como bello.
El bienestar emocional y sicológico ha llegado a depender de la aprobación de los demás, tanto en la apariencia física como en el vestuario. Esta aceptación es validada como necesaria para mantener la autoestima y el reconocimiento social. Igualmente, es asumida como símbolo de estatus y vía para el acceso a oportunidades económicas, laborales y hasta amorosas.
Hoy, tener el cabello liso, la nariz respingada, la dentadura uniforme y blanquísima, la delgadez, el derrier abundante, etc., son considerados sinónimos de belleza, porque así lo disponen los modelos corporales canónicos en las redes sociales. Lamentablemente, para muchos, carecer de ellos incide negativamente en su autoestima. Para colmo, quienes no encajan en estos estándares suelen verse sometidos a la desaprobación pública e, incluso, al matoneo y al ciberacoso.
Por ello, es frecuente la realización excesiva o abusiva de procedimientos quirúrgicos o tratamientos estéticos, inclusive, en condiciones no aptas para la salud y con personal no idóneo para ello que terminan derivando en lesiones corporales o la muerte.
Entre la literatura científica que estudia el impacto de las redes sociales, son preocupantes datos como los arrojados por un estudio (2017) de la Universidad Estatal de Florida, publicado por Science Direct, realizado con universitarias usuarias de la red social Instagram, arrojó que “las actividades basadas en fotos de Instagram predijeron positivamente tanto el deseo de delgadez como la insatisfacción corporal a través de la variable mediadora de las comparaciones relacionadas con la apariencia”.
Tristemente, la búsqueda de la perfección estética idealizada y de moda, que se limita al plano físico, no permite la percepción de la espiritualidad, verdadera belleza de los seres humanos. Esta limitada percepción sumerge a quienes caen en ella en un laberinto interminable y destructivo. Por ello, aludo a esa frase de Frida Khalo que dice que “si nuestros ojos vieran las almas en vez de los cuerpos, qué diferente sería nuestra idea de belleza”.