En toda relación de pareja hay momentos de alegría, crecimiento y plenitud, pero también etapas difíciles que ponen a prueba el amor y el compromiso. Una de las situaciones más complejas es cuando uno de los dos atraviesa una crisis emocional o padece un problema de salud mental que requiere terapia. Ansiedad, depresión, traumas o adicciones son solo algunos ejemplos de condiciones que pueden afectar a uno de los miembros de la pareja y, por ende, a la relación misma.
Frente a estos desafíos, es natural que el otro cónyuge quiera ayudar, cuidar y acompañar. Sin embargo, también puede sentirse abrumado o agotado. Acompañar a alguien que necesita terapia sin romperse en el intento es un acto de amor profundo, pero también de equilibrio emocional.
Cuando se hace evidente que la pareja necesita apoyo psicológico, lo primero que hay que hacer es fomentar el diálogo sin juicio. Frases como “estás loco” o “eso no es para tanto” son dañinas y suelen impedir que la persona reconozca su malestar. En cambio, decir “he notado que estás muy cansado, triste o irritable, ¿quieres hablar de eso?” abre una puerta a la comunicación empática.
El siguiente paso es acompañar el proceso con respeto. Animar a la pareja a buscar ayuda profesional, ofrecerse para asistir a las primeras citas o simplemente mostrar disposición para estar presente, es fundamental. Pero es importante recordar que el proceso de terapia es personal. Aun cuando se ame profundamente, uno no puede hacer el trabajo emocional por el otro.
Amar a alguien que está en terapia puede ser emocionalmente desgastante. Es común que el acompañante asuma el rol de cuidador, olvidándose de sí mismo. Sin embargo, para sostener a otro, es imprescindible también sostenerse a uno mismo.
Estrategias clave en esta situación son:
-Establecer límites saludables: acompañar no significa absorber todo el dolor del otro. Es válido decir “te amo, pero necesito descansar”, o “quiero ayudarte, pero también necesito tiempo para mí”.
-Aceptar que no puedes “salvar” a tu pareja: tu papel no es ser terapeuta, sino compañero. La salvación emocional es un proceso interno. Cargar con esa responsabilidad solo genera culpa, frustración y desgaste.
-Buscar apoyo externo: hablar con un terapeuta, un grupo de apoyo o un consejero puede ser liberador. A veces, el acompañante también necesita ayuda.
-Cuidar el vínculo de pareja: la persona en crisis puede necesitar más comprensión, pero la relación no debe girar exclusivamente en torno a su malestar. Es importante conservar momentos de conexión, diálogo y afecto mutuo.
-Validar tus emociones: está bien sentir cansancio, miedo o enojo. Negar tus emociones solo acumula tensión. Habla con tu pareja (cuando sea posible) sobre lo que sientes, desde el amor y la empatía.
@drjosegonzalez