Estuve en estos días en una ceremonia de certificación relacionada con la excelencia personal, con jóvenes de no más de 16 años de edad interesados desde ya en su formación en ética, emprendimiento y liderazgo, con el propósito de ser mejores y servirle de la mejor manera a la sociedad en general. Las palabras que les dirigieron los organizadores fueron de lo mejor del evento, recalcándoles la necesidad de ser muy cuidadosos hoy en los modelos de liderazgo que ellos no deben seguir, no deben dejarse influenciar y que le hacen un profundo daño a la comunidad, en fin, recomendándoles qué tipo de líderes sí deben elegir y seguir.
El liderazgo, que es la capacidad para influenciar a los demás para que sean mejores y logren cumplir con su propósito, es una herramienta muy poderosa para transformar equipos, comunidades y sociedades en general; sin embargo, no todos los liderazgos son de buena influencia, existen muchos líderes que deterioran los entornos, desmotivan a sus seguidores y pueden conducir a resultados catastróficos, es decir, ejercen un liderazgo negativo.
En los liderazgos negativos, los líderes suelen estar motivados por su ego, el control de casi todo y los intereses personales, mucho más que por el bienestar colectivo de sus dirigidos. El líder ejerce su poder de forma autoritaria, dictatorial o de manera irresponsable, causando un caos y un impacto perjudicial en su entorno. Los líderes negativos imponen decisiones sin escuchar opiniones, ignoran las necesidades reales de los demás, usan el miedo y la presión emocional, ocultan información, utilizan un tono agresivo, culpan a todos los demás de sus fracasos, fomentan la desinformacion, provocan decisiones perjudiciales y generan apatía y conflictos, en palabras sencillas, son personas que lideran mal.
Las consecuencias de un mal liderazgo son muy profundas, se deteriora la confianza, se incrementa la ansiedad y el estrés crónico, se pierde la autoestima y se pueden normalizar dinámicas tóxicas que terminan convirtiéndose en parte de la cultura de cualquier organización.
No todos los que ocupan una posición o cargo importante necesariamente se convierten en verdaderos líderes, el liderazgo efectivo debe medirse por la calidad de influencia que se ejerce, un buen líder transforma, construye e inspira, es buena persona, ante todo, mientras que un mal líder destruye, desgasta y divide. Identificar esos liderazgos negativos es el primer paso para construir ambientes más productivos y saludables, el liderazgo no se mide por cuánto poder se tiene, sino por cómo se usa, y cuando ese poder se convierte en una mala influencia el precio lo terminamos pagando todos como sociedad.
¡Elijamos buenos líderes, Colombia los necesita!
@henrydelae