Si mis lectores no lo recuerdan, Jim Jones fue un líder demente que logró constituir una secta con seguidores que creían ciegamente todas sus promesas absurdas, que con el beneplácito del gobierno de Guyana conformó en una franja de tierra cedida por dicho gobierno una pequeña población con un mini aeropuerto a orillas del río Kaituma a la que en honor a su nombre bautizó “Jonestown”. Allí Jim Jones desde su llamado “Templo del Pueblo”, con promesas fantásticas de imposible cumplimiento mantenía a un obediente grupo de personas conformado por familias enteras con sus niños, la mayoría de estos, norteamericanos decididos a hacer lo que su líder les pidiera. Hasta que un aciago día su galáctico líder con rasgos de psicópata, pidiendo sumisión absoluta a los pobres incautos, les ordenó consumir una bebida con cianuro, falleciendo 918 seguidores. ¿Puede alguien en su sano juicio seguir ciegamente a un demente, prepotente y mentiroso, hasta la muerte misma?

Hoy en nuestro país esa pregunta es más fácil de responder que hace 3 años. Pues sí, porque una cosa es el sano juicio y otra el interés personal sobre el colectivo. Una cosa es el sano juicio y otra la ignorancia. Una cosa es el sano juicio y otra el resentimiento. Y hay que aceptar que en Colombia sobran aquellos para los que su beneficio personal prima sobre el futuro del país, también que la proporción de ignorantes supera lo deseable, y quizás más aún, los resentidos, ya sea por naturaleza o porque las condiciones de sus vidas los convirtieron en personas que viviendo en el fondo son capaces de hundir un país entero para nivelarse. Pero esas personas requieren depender de un líder y aquí en Colombia lo han encontrado, y más peligroso que Jim Jones que solo contaba con menos de un millar de enceguecidos seguidores, porque el galáctico líder colombiano, petulante, resentido y mentiroso, apoyado por personajes despreciables a los que desecha y destruye cuando ya no le sirven, de acuerdo a las encuestas, cuenta con un respaldo de un 30% de la población, lo cual suma millones.

Si los colombianos lo permitimos, si las decenas de actuales pre-candidatos a la presidencia, tanto de centro como de derecha, mantienen henchidos sus egos aún sin el menor chance de ganar y algunos sin el mínimo mérito para aspirar, demostrando lo fácil que es agrandarse cuando se logra algún cargo público, le estaremos abonando el terreno al Jim Jones criollo o a quien él imponga. Nos queda la esperanza que aquellos con aspiraciones pero que las encuestas muestran que no tienen el más mínimo chance, no solo se salgan del abanico sino que se unan a quien garantizando ser un buen presidente, sí tenga posibilidades de ganarle a Mefistófeles, recordando que el triunfo deberá ser contundente para evitar un “madurazo”.

@nicorenowitzky