Volvemos con este tema que nos parece de suma importancia, el cual habíamos tocado recientemente, pero la actualidad en que se está desenvolviendo merece otro análisis a la medida del cambio que se ha notado desde el Ministerio de Defensa, desde que el nuevo titular, general (r) Sánchez, asumió sus funciones. Se ha notado favorablemente que todas las acciones y pasos a seguir de la Policía y el Ejército desde la posesión del nuevo ministro han cambiado sus estrategias, su presencia mucho más patente y robusta en cuanto a efectividad, y más que todo una intención notoria públicamente y afortunadamente de dejar atrás esa parsimoniosa indiferencia que mostraba el Gobierno nacional desde su posesión, por combatir a los ilegales y por el contrario reforzarles su cinismo de acercamiento hacia una Paz Total que era un embeleco.

El caso es que hoy día tenemos una Policía y un Ejército mucho más activos y eficientes. Se comenta en los medios periodísticos que en los últimos cuatro meses se han detenido grupos de una docena de delincuentes en estrategias muy estudiadas que no se habían podido llevar a la práctica porque los detenía el mismo gobierno. Hoy día la prensa publica decenas de grupos de delincuentes detenidos pasando a las rejas. Se nota acción y dinamismo, como todo estaba planificado pero se les detenía por orden superior. Se nos mostraba como un país que debía aprender de El Salvador y todo ese proceso allá avanzó y triunfó. Lo primero que hicieron fue una megacárcel para miles de condenados y hoy el panorama es totalmente diferente.

Pero en Colombia ahora se vive lo que se presentía: el hacinamiento en las cárceles y estaciones de Policía. No caben los presos y duermen los unos sobre otros. Lástima la renuncia de la ministra Buitrago de Justicia, muy buena, venía con toda la audacia requerida pero la sacaron porque en este gobierno todo el que lo hace bien es retirado por los ignorantes.

Necesitamos nuevas cárceles urgentes. En el Atlántico se iniciaron trámites para una enorme cerca de dos municipios que protestaron con razón y el tema quedó detenido en estudio. Nada se supo después. Lo único que se conoce es el despilfarro de dinero, los robos, los sobornos, impulsar consultas populares que no es más que populismo político engañoso afortunadamente sepultado por el Congreso.

Pero de realismo práctico financiado para obras como las megacárceles ni se habla. Hay que actuar pronto porque el momento de la avalancha de detenciones va a continuar. Hay una reacción de la fuerza pública y alcaldías en todo el país hastiado de la impunidad. Pero los presos necesitan espacios, mínimos, porque por más criminales que sean no son animales. Hay datos ya establecidos que en el Atlántico los espacios de diversa índole son para doce personas y los llenan con treinta o más. ¿No es esto una vergüenza?