Una vez más recurrimos al camino más corto para enfrentar un problema estructural: subir impuestos. Esta semana, con la expedición del Decreto 0572 de 2025, se incrementó la retención en la fuente para sectores extractivos, supuestamente como una medida extraordinaria para contener el creciente déficit fiscal que ya roza el 7% del PIB. ¿Es esto realmente una solución? ¿O estamos ante otro parche que posterga, pero no resuelve?

La economía colombiana no necesita más paños de agua tibia. El aumento de la retención puede generar liquidez en el corto plazo, pero lo hace a costa de generar incertidumbre en sectores estratégicos, desincentivar la inversión y enviar un mensaje preocupante: el Estado está dispuesto a cambiar las reglas de juego cuando se ve en apuros generando inestabilidad en la economía. Esto no solo es irresponsable; es peligroso. Si seguimos castigando a quienes producen, tarde o temprano se van o dejan de invertir.

No es menor el hecho de que se trate de una medida por decreto. El uso de esta figura, aunque legal, elude el debate democrático y la deliberación institucional. Las reformas estructurales no pueden hacerse por la puerta de atrás. Una política fiscal seria debe pasar por el Congreso, ser discutida de cara a la ciudadanía y contar con respaldo técnico y político. Lo contrario erosiona la legitimidad institucional y alimenta la desconfianza.

Además, resulta contradictorio que el gobierno insista en discursos de justicia social mientras impone medidas que afectan la competitividad y que pueden poner en riesgo empleos de los colombianos. ¿Qué sentido tiene prometer desarrollo y a la vez golpear las bases que lo hacen posible? ¿Hasta cuándo vamos a seguir improvisando?

El déficit que enfrentamos no solo es económico. Es un déficit de planeación, de credibilidad, de visión de largo plazo. Ninguna economía es sostenible si su equilibrio depende de decisiones desesperadas cada vez que las cuentas no cuadran. Es hora de que el país tenga una política fiscal moderna, estructural, progresiva y sobre todo, confiable.

Colombia necesita recursos, sí. Pero también necesita un gobierno que planifique, que priorice, que entienda que no se puede vivir eternamente del corto plazo. Subir la retención hoy puede dar oxígeno momentáneo, pero si no se acompaña de una reforma tributaria técnica, consensuada y transparente, será pan para hoy y más crisis para mañana.

El país no puede seguir caminando sobre medidas de urgencia, porque tarde o temprano lo urgente colapsa lo importante. Y entonces, el precio lo pagamos todos.

@CancinoAbog