Una de las películas más comentadas de la Selección Oficial del Festival de Cannes es la nueva propuesta de Oliver Laxe, quien en 2019 fue reconocido con el premio de la sección Un Certain Regard por Fire Will Come.

Sirat se destaca por su carácter audaz e innovador. Se trata de un viaje por carretera impregnado de misticismo, drama y aventura, combinación que el director maneja con precisión, mientras sus personajes avanzan tanto por el abismo literal de la montaña como el abismo espiritual de sus propias desventuras.

El filme mantiene la tensión de principio a fin, sin que la fusión de géneros llegue a desentonar. La historia se inspira en la tradición islámica que separa el paraíso del infierno, trasladando esa metáfora al cruce del desierto marroquí. Hacia allí se dirige Luis (Sergi López), un padre devoto que emprende la búsqueda de su hija Marina, desaparecida tras asistir a un concierto en Marruecos.

Convencido de que puede encontrarla, Luis acude al próximo evento. El arranque de la película muestra la preparación del rave con la colocación de inmensos parlantes apilados como bloques, anticipando el estruendo de la música electrónica que envolverá tanto a personajes como espectadores en un mismo trance.

Luis viaja con su hijo Esteban (Bruno Núñez), un niño que lo ayuda a repartir volantes con la foto de Marina. En el camino conocen a Stephy (Stefania Gadda), Josh (Joshua Liam Herderson), Tonin (Tonin Janvier), Jade (Jade Oukid) y Bigui (Richard Bellamy), un grupo que se dirige a otro rave en Mauritania, y en vista de que no obtienen ninguna información, padre e hijo deciden seguirlos.

La película también plantea una crítica política latente. La intervención del ejército para disolver el concierto es uno de los momentos explícitos, pero ese trasfondo se mantiene presente a lo largo de la historia, sugerido en los cuerpos, miradas y gestos de los personajes, cuya trayectoria vital puede adivinarse con solo observarlos.

Sirat sorprende tanto en su evolución visual como en su diseño sonoro, por lo que es preferible evitar revelar más detalles. Aunque su tono apocalíptico pueda parecer desolador, la cinta también plantea la posibilidad de solidaridad construyendo formas alternativas de familia. Volviendo a la parábola inicial, el filme plantea esa confrontación constante del ser humano con sus propios límites que se mueven entre el cielo y el infierno.

Este es el tipo de cine que justifica seguir atentos al Festival de Cannes, y es quizás, una firme candidata a la Palma de Oro.

@GiselaSavdie