El Congreso de la República hizo lo que tenía que hacer. El rechazo a la consulta politiquera presentada por Petro y su gobierno es una victoria del pueblo y de la democracia colombiana. Se evitó que se pasara por encima del legislativo y se le robará a la gente los 700,000 millones de pesos que hubiese costado ese engendro.

Ganaron los trabajadores porque se pone en discusión en el Senado la reforma laboral para que de forma directa se avance en derechos para el sector laboral pero también se activen mecanismos para formalizar al 60% de la población que hoy son considerados trabajadores por el gobierno, así sean vendedores ambulantes o tengan algún oficio.

Pero más allá de eso, la consulta popular era una artimaña por tres razones. En primer lugar, pretendía engañar la ciudadanía con una lista de posibles derechos laborales que en caso de haberse votado positivamente no hubiera tenido aplicación, ni lograba que los ciudadanos se beneficiaran. Lo paradójico es que la votación favorable de esa Consulta, lo único que hubiera hecho es que el texto pasara al Congreso de la República para que lo acepte o no. Es decir, que después de los insultos de Petro y sus forofos contra el legislativo, a ese seno de discusión volverían los textos. Una farsa.

En segundo lugar, esa consulta popular contemplada en la Constitución de 1991 debe ser analizada en el contexto del país. Su uso se presentó porque la Comisión séptima del Senado en su autonomía e independencia tomó la decisión de hundir la insidiosa reforma de Petro. Cual gallo de pelea y con espada de Bolívar enarbolada- valiente ridiculez- amenazó al Congreso para que le aprobara la consulta. El amedrentamiento contra las instituciones no puede ser aceptado. Un presidente inédito que torpedeó su propio gobierno y sus propias competencias.

Por último, Petro quería mezclar la consulta con las elecciones del Congreso y las presidenciales. Esa estrategia le permitía salir a las calles a hacer campaña por la consulta. Con esa decisión del Congreso de negar ese entuerto se protege el periodo electoral. Con este escenario tanto las fuerzas políticas como los candidatos independientes pueden en los próximos meses empezar la campaña presidencial y congresional.

Lo paradójico de este sainete es que este gobierno lleva casi tres años en el poder y en ese tiempo no le ha dado ningún derecho a nadie, ni ha trabajado por la gente. Lo único que ha hecho es atacar la Constitución de 1991, rodearse mal y ver procesada judicialmente parte de sus funcionarios, algunos incluso de confianza del presidente, por corrupción. El pueblo fue burlado y el cambio que anticipó Petro no existe sino en su mente delirante llena de trenes imaginarios nacionales e intercontinentales.

La nueva amenaza es que va a presentar otra vez la consulta popular. El Congreso y los partidos tendrán que negársela otra vez y recordarle que su tiempo en la presidencia va a terminar. La experiencia me indica que cuando se enfrenta a Petro, recula. Él se crece cuando amedrenta y nadie le reacciona.

Resistencia de las instituciones contra un autócrata es la única manera de proteger nuestra democracia. Las Fuerzas Militares, la rama judicial, la legislativa y los órganos de control deben estar listos para defender al país contra los abusos del tirano. No olvidemos que el futuro de Colombia será siempre más grande e importante que el accidente que nos tocó en este cuatrienio.

Nota. Ya está en las librerías mi libro El Fiscal de Editorial Planeta. Una historia de vida y una lucha por la protección de la democracia y la institucionalidad en Colombia.

* Ex fiscal general de la Nación

* Profesor del Adam Smith Center for Economic Freedom, Florida International University (FIU)