Por primera vez en 20 años, Bolivia se desmarca de la izquierda. El senador Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano, y el expresidente conservador Jorge ‘Tuto’ Quiroga quedaron en primer y segundo lugar tras los comicios, ninguno con un porcentaje de votos suficiente para asegurar una victoria en primera vuelta, por lo que habrá balotaje el 19 de octubre.

Las sorpresas abundaron en los resultados, pues no solo candidatos como el empresario liberal Samuel Doria Medina, quien era el favorito de las encuestas de opinión, quedaron muy por debajo de las proyecciones, con apenas un 20,2 %, sino que el resultado de la izquierda, a la cabeza de Andrónico Rodríguez, fue devastador, con apenas el 8 % de los votos. Así mismo, el partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) padeció una debacle al posicionarse en el sexto lugar con el 3,14 % de los sufragios.

Así las cosas, tras 20 años del MAS en el poder, únicamente fraccionados por el corto gobierno de Jeanine Áñez –entre 2019 y 2020–, los bolivianos pusieron fin a la hegemonía de la izquierda en un país mayoritariamente indígena, que en su momento apostó por el proyecto de Evo Morales, quien refundó el movimiento en el año 1997, para hacerse a las presidenciales sin necesidad de una segunda vuelta y con más del 50 % de los votos en los años 2005, 2009, 2014 y 2020.

No obstante, la debacle no es más que el desgaste de un proyecto que desde el 2020, con la llegada de Luis Arce, se ha venido fracturando aún más debido a las rencillas que el actual mandatario ha venido sosteniendo con Evo Morales, y que pasaron por uno de sus puntos más álgidos en 2023, cuando el expresidente anunció que se presentaría como candidato para las presidenciales y Arce terminó arrebatándole la dirección legal del partido. Recientemente, tras varios intercambios de acusaciones, el que parecía iba a ser el eterno líder de la izquierda fue inhabilitado por el Tribunal Constitucional del país, al tiempo que Arce decidió retirar su candidatura en medio de su creciente impopularidad para darle el respaldo a Eduardo del Castillo, quien resultó con el peor desempeño del partido en 20 años.

En ese escenario, el MAS actualmente atraviesa su crisis más profunda y autoinfligida, dividido entre quienes apoyan a Arce, los que defienden a Evo Morales y quieren que regrese al poder y un sector que busca renovar el liderazgo del movimiento de la mano del senador Andrónico Rodríguez. En paralelo, lo que por años sostuvo al movimiento, y que se conoció como el “milagro económico de la izquierda en Bolivia”, que algunos expertos aseguran que no fue más que el auge de las exportaciones de gas natural y sus favorecedores precios en el mercado, ha venido cayendo y evidenciándose con la escasez de dólares y combustible, una inflación anual de casi el 25 % y la parvedad de materias primas.

Basta con volcarse a las calles y mirar las largas filas de ciudadanos que buscan lograr provisiones o tanquear un carro, para entender el hartazgo social del pueblo boliviano con un movimiento que ni siquiera logra mostrar unidad. Ante ello, candidatos como Rodrigo Paz Pereira calaron con promesas de “capitalismo para todos”, mientras que Jorge Tuto Quiroga logró capturar al electorado con su propuesta de cambiar “absolutamente todo” después de “20 años perdidos”. La misma encuestadora Panterra develó en marzo de este año que el 89 % de los bolivianos deseaba un cambio político, un sentir que quedó plasmado en las urnas y que terminó pasándole factura a la izquierda.