El Congreso de la República tomó una decisión crucial recientemente: negó la posibilidad de convocar una consulta popular sobre la reforma laboral propuesta por el Gobierno Nacional, y en su lugar, aprobó su regreso al debate legislativo. Esta decisión, lejos de ser una derrota para uno u otro sector, debería ser vista como un triunfo de la democracia representativa y una oportunidad para volver al camino de las conversaciones institucionales, en lugar de las confrontaciones callejeras.
Colombia necesita calma, necesita paz y, sobre todo, necesita acuerdos. Es natural que existan diferencias en torno a una reforma de gran calado como la laboral; lo que no puede ser naturalizado es la fractura, la estigmatización del que piensa distinto o el llamado permanente a encender el país con más rabia que razones.
El país no está para gastar 750.000 millones de pesos en una consulta cuando ya tenemos mecanismos democráticos disponibles: el Congreso, con todos sus defectos y virtudes, es el lugar indicado para discutir a fondo el modelo laboral que queremos construir. Ahí están nuestros representantes elegidos, ahí se puede escuchar a las MIPYMES que generan la mayor parte del empleo, ahí se pueden revisar los impactos económicos de cada artículo propuesto y ahí, ojalá, se puedan corregir excesos o vacíos.
Lo que Colombia necesita hoy no es más polarización, sino más puentes entre visiones distintas. Hay muchas formas de avanzar sin desbaratar lo que aún nos sostiene. El trabajo digno es una causa de todos, pero también lo es la sostenibilidad de las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, que hoy enfrentan enormes desafíos.
Desde la región Caribe, donde la informalidad y el desempleo golpean fuerte, debemos hacer un llamado a mantener la discusión dentro de las instituciones. Que sea el Congreso el lugar del acuerdo y no las calles el espacio del desencuentro. No necesitamos vencedores ni vencidos: necesitamos un pacto sensato y justo.
No es momento para trincheras. Es momento para conversaciones serias, profundas y con el país por delante. La reforma laboral no puede ser una bandera para dividirnos; debe ser la oportunidad para unirnos en torno a un mejor futuro laboral, económico y social para todos los colombianos.
* Directora ejecutiva Corporación Lonja de Propiedad Raíz de Barranquilla