La historia retrata a León Magno, el primer papa en asumir este nombre, como un pontífice sumamente activo, erudito y valiente, al punto de enfrentar a Atila, rey de los Hunos, cuando este pretendía invadir Roma en el año 452 d.C., logrando disuadirlo de su violenta intención. También se destaca entre el listado de pontífices con ese nombre al papa León XIII, defensor de la justicia social, autor de la encíclica Rerum Novarum, de 1891, sobre la situación de los obreros y la división de clases sociales: “En un lado, la clase poderosa, por rica, que monopoliza la producción y el comercio, aprovechando en su propia comodidad y beneficio toda la potencia productiva de las riquezas (...). En el otro, la multitud desamparada y débil”.
Por su connotación y legado, León fue el nombre escogido por Robert Francis Prevost para su pontificado. El nuevo papa fue recibido con gran emoción, motivación y expectativas positivas por la feligresía católica y el mundo en general, tras su elección en un rápido cónclave con solo cuatro votaciones.
Su santidad es estadounidense, proviene de una familia de gran devoción religiosa, con una madre hija de inmigrantes españoles y un padre con raíces francesas; sin duda, esto promueve su espíritu peregrino en favor de los inmigrantes a nivel mundial. Su corazón está enraizado en Latinoamérica, pues pasó parte de su vida en el Perú, con la Orden Agustina, liderando la Diócesis de Chiclayo. Por ello, los analistas definen que en su gestión luchará por la inclusión y la superación de la pobreza en los países subdesarrollados.
Una de las reflexiones iniciales de León XIV en la Plaza de San Pedro fue el llamado a unirnos todos “para ser un único pueblo en paz”. Así mismo, convocó al catolicismo para “tratar de descubrir cómo ser una iglesia misionera, una iglesia que construye puentes, establece diálogo, que siempre esté abierta a recibir a todos los que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, diálogo y amor”.
La Orden de San Agustín en Colombia celebró con alegría que uno de sus miembros asumiera las riendas de la Iglesia católica y que el humo blanco se diera con la feliz coincidencia de la solemnidad de su patrona Nuestra Señora de Gracia.
Con esperanza, llenamos nuestros corazones de optimismo por la santa misión que cumplirá León XIV que, guardando la heredad de Francisco, lidere, con su visión y templanza, nuevos caminos que promuevan la paz, la fe, la solidaridad y la equidad.