El Heraldo
Realizan acciones para desminar campos en el terrirtorio colombiano. Cortesía
Colombia

Medio siglo de terror entre los asesinatos y explosivos

Hoy se conmemora el ‘Día Internacional de Homenaje a las Víctimas del Terrorismo’. Colombia registra 85.703 afectados.

En Colombia, hasta el pasado 31 de julio, hay 85.703 personas registradas como víctimas de actos terroristas, atentados, combates, enfrentamientos y hostigamientos.  En un poco más de medio siglo de guerra, el terror ha impactado la vida de muchas familias en el país. A los campesinos los han confundido con guerrilleros, a los que denuncian los han silenciado, a los que combaten la guerra los han mutilado, a quienes señalan como objetivo militar (sin importar si es un civil o no) los han asesinado.

El 10 de abril de 2001 a Hugo Paternina Espinosa le mataron a su hermano Jaime Elías Bula Espinosa en Montería. A punta de plomo lo silenciaron. 

“Él era una persona comprometida con la defensa de los Derechos Humanos y la participación y existencia de una democracia para toda la población. Pero a los paramilitares les pareció que era un agente del comunismo, que había que quitar del medio, porque así lo determinó el señor de la guerra”, manifestó Paternina.

Jaime Elías Bula era un líder social. En 1994 se desmovilizó con la Corriente de Renovación Socialista, un movimiento político que surgió del ELN. El propósito era incorporarse a la vida civil, dejar la lucha armada y participar en la política del país. Según su hermano fue perseguido y torturado. Así, después de siete años de haber firmado un Acuerdo de Paz, bajo el gobierno de César Gaviria, lo mataron. 

El 9 de abril de ese año, entre 747 y 865, combatientes del CRS entregaron cerca de 500 armas en el corregimiento de Flor del Monte, en Sucre. Pero después empezaron a denunciar los asesinatos de quienes habían firmado la paz.

El terror se apoderó de la familia de Jaime Elías. Por eso Hugo Paternina, su hermano, tuvo que abandonar el país y por 20 años este académico, doctor en Antropología, vivió en el exilio.

“No quiero venganza, no creo en el desquite, clamo por memoria, por justicia, verdad y no repetición. Perdono al señor Salvatore Mancuso por haber dado la orden, según contaron sus subalternos en el proceso tan largo de audiencias y denuncias. No sabemos si él también nos perdone por impetrar un recurso para que vuelva a Colombia a aclarar muchos de los crímenes de los cuales no ha hablado, entre esos el de Jaime Elías Bula Espinosa”, expresó Paternina.

Agregó que el Estado, a través del antiguo DAS, conocía los pormenores de las amenazas y sabía del plan contra ellos. “Poco hizo el Estado para evitar que perdieran la vida”.

Guerrillas, mayores responsables

Según el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), entre 1958 y 2018, se han registrado 238 atentados terroristas.  Para la entidad, hacen parte de esta categoría “todo ataque perpetrado mediante el uso de explosivos, los cuales ocurren en zonas densamente pobladas y en los que hay afectación plural a personas o a bienes civiles, independientemente de si el objetivo de la acción es civil o militar”. 

De los 238 atentados terroristas, 173 se les atribuyen a las guerrillas, siendo estas las responsables del mayor número de casos (de acuerdo con el CNMH). También la entidad registra como responsable de actos terroristas a agentes del Estado (1 caso), posdesmovilizados ( 3 casos), grupos paramilitares (13 casos) y grupos armados no dirimidos (2 casos).

“El 100% de los atentados terroristas perpetrados en el marco del conflicto armado se concentraron en 106 municipios”, indicó el CNMH. 

También en este mismo periodo, la entidad de reconstrucción de memoria especificó que estos atentados terroristas dejaron un total de 732 víctimas fatales. La mayor cuota de muertos pertenecían a la población civil, 667 fueron asesinados.  58 eran combatientes y  siete no tienen información. 

En tanto, la cifra de lesionados es de 3.549, siendo el 2003 el año en el que más lesionados por atentados terroristas hubo (697), superando las 600 víctimas que se registraron en 1989. 

Artefactos explosivos

“Las víctimas no son números, son personas, son seres humanos dignos y sagrados. Son sus historias de vida las que deben ser escuchadas”,  así comenzó un miembro del Ejército Nacional el espacio de escucha que se llevó a cabo la semana pasada ante la Comisión de la Verdad. 

En ocasiones a  un gran número de colombianos se les olvida que este es un país en guerra, con víctimas, con personas que sufren las secuelas y que siguen siendo aterrorizadas por el uso de las armas. 

“Nos preocupamos cuando somos parte de la estadística y no antes. Recuerdo una frase que dice: ‘No digas yo, no digas tú, digamos nosotros’”, manifestó el mismo militar, quien perdió su ojo izquierdo al estallar un artefacto explosivo improvisado (AEI por su sigla en inglés). 

Jaime Orlando Rojas es una de las 7.646 víctimas del Ejército que registra el Centro Nacional contra Artefactos Explosivos y Minas entre 2003 y 2020. 

“Ingresé al Ejército a prestar el servicio militar en 2003, quise continuar y adquirí el sueño de ser alguien que representaba a mi país, me incorporé entonces como soldado profesional; pero no imaginé nunca llegar a esta condición, convertirme en una víctima del conflicto armado”, contó Rojas. 

El militar estaba en medio de una operación de registro y control de droga cuando pisó un campo minado. “Recuerdo ese momento, yo sentí que me levantó una explosión, no sabía qué era, intenté levantarme y seguir adelante y ahí me di cuenta de la herida”. 

Sus compañeros, contó, le gritaron desde el otro lado: “Quédese quieto, cayó en un campo minado”.

Lo rescataron, le brindaron primero auxilios, pero Rojas aún no sabía cómo reaccionar, no sabía que un médico al llegar al Hospital San Vicente del Caguán le diría: “No podemos hacer nada, tenemos que amputar, perdió el pie derecho”.

Tras las palabras del médico, Rojas dijo que sintió que la vida se le había terminado. “Me frustraron los sueños. Todavía pienso, ahora que tengo un hijo, qué le contaré, qué explicación le daré. Como niño que es le entra la curiosidad de ver a alguien al que le falta una extremidad y se dará cuenta que ese alguien es su papá. Uno queda con esta lesión marcada de por vida y es muy duro”, dijo mientras trataba de controlar las lágrimas, siendo fuerte para que su alma no ‘estallara’ al frente de la pantalla.

Actualmente, según el Ejército Nacional, los grupos armados organizados siguen instalando AEI en los territorios. En los últimos 17 años, 5.999 militares han resultados heridos y 1.647 murieron tras estallar un artefacto. Datos del Centro Nacional de Memoria Histórica registra, hasta 2018, 4.528 civiles víctimas de minas antipersonal.

Un número que se traducen en miles de historias de colombianos a los que el terror les marcó  la vida para siempre. Como dijo Rojas, los artefactos explosivos no preguntan de dónde viene ni a dónde va. Están ahí, sembrados, esperando a cualquier persona para hacerle daño.

 

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