Los errores que se han descubierto a lo largo de la semana sobre el informe ofrecido por La Registraduría acerca del resultado de las elecciones del pasado 13 de marzo son una verdadera vergüenza para nuestro país que se oronda de tener unas elecciones impecables, y que hace alarde de traer observadores internacionales a montones para que confirmen lo sano del proceso. Pues esta vez esos observadores tendrán que confirmar, lo desordenado –por decir lo menos– de nuestro proceso electoral.
Nuestro sistema electoral tiene miles de problemas que desde hace años andan corrigiendo y cada día las cosas resultan peor. Empecemos por esas listas enormes donde cualquiera se pierde si no lleva en sus manos el nombre y el número por el que va a votar. Por Dios, si sólo se van a elegir 284 congresistas, por qué permiten que se anoten 2835 aspirantes. Por qué no les suben las exigencias a los candidatos y así no serían tantos los aspirantes.
Desde hace años nos hablan del voto electrónico ¿cuál es el problema para ponerlo a marchar? Esto evitaría multitud de errores, y es posible que fuera más difícil hacer trampa. Aunque los corruptos saben manipularlo todo.
Otro problema que tiene nuestro sistema electoral es lo corta de la jornada. La votación debería ser por lo menos de 7 de la mañana a seis de la tarde, al menos mientras no tengamos el voto electrónico.
Cuando esto suceda, no sería necesario pasar más de ocho días contando y recontando los votos, porque las cuentas no corresponden a los votos expresados por la ciudadanía. En unas pocas horas todo estaría a la vista del público.
El pasado domingo trece de marzo, como sucede siempre que son elecciones en Colombia hay mucha gente que madruga, y estos son, no hay duda los mayorcitos, que son quienes siempre están listos a dar su voto por el candidato de su agradado, al menos en Colombia, donde desde hace años tenemos elecciones y mal que bien hablamos de vivir en democracia. Pero este domingo las cosas empezaron mal desde el comienzo. En primer lugar, mucha gente no encontraba la mesa para votar, porque justo a la hora de empezar las elecciones se cayó la página de la Registraduría. Al menos en mi sitio de votación y, parece que esto sucedió en muchos otros, hicimos más de una hora de cola para acceder a donde estaban dando el número de la mesa.
Pero lo que resulta más vergonzoso son los tremendo errores que se han cometido en relación con el conteo de votos. Pues después del alboroto que se hace dando los resultados al público a toda carrera, resulta que cuando los veedores pasan a revisar los informes dados se encuentran con datos que no corresponden con la realidad. Con centenares de votos que no se han tenido en cuenta, con tachones, y con mil errores más que hacen pensar –por lo menos– que si no se fraguaba un fraude electoral, si al menos, el desorden en la entrega de los resultados o es demasiado apresurado, o se hace de cualquier manera. Y esto a más de hacerle mucho daño a nuestra democracia, hace quedar muy mal el país internacionalmente.
Por todo lo dicho, y mucho que falta por decir, pensamos que lo mínimo que debería hacer el señor Registrador es renunciar a su cargo. No es posible que nos espere un desorden como este para las próximas elecciones presidenciales.
Blanca Inés Prada Márquez