A raíz de la reciente reunión del presidente Petro con algunos representantes de la banca del país, como no soy economista no puedo emitir un concepto sobre el asunto en discusión, pero como comerciante si puedo hacerlo.
Para tal cosa, debo hacer una reseña de cómo he llegado a ser miembro del comercio de mi tierra natal Sabanalarga, Atlántico; sucedió que desde niño me tocó repartir mi tiempo de estudios elementales con el trabajo callejero.
Por esas fortunas de la vida, a raíz que mi padre para esa época logró ingresar a trabajar en un club social de Barranquilla, esa oportunidad conllevó a que saliera del trabajo callejero a trabajar en ese Club.
Como una cosa conlleva a la otra, ya después de haberme graduado de bachiller y de venir trabajando los fines de semana, por estar rodeado de algunas élites empresariales de la ciudad, logré ingresar a un trabajo formal.
Una vez siendo empleado corporativo y por otro beneficio del roce empresarial adquirido, en compañía de mi hermano mayor, también repartí mi tiempo y parte de mis actividades ingresando como comerciante en mi municipalidad.
Después de haber cumplido 30 años de trabajo casi ininterrumpidos en la nómina formal empresarial en Barranquilla, hoy en día dirijo en propiedad un negocio familiar.
Dicho lo anterior, siguiendo como comerciante en propiedad y de distribuir mi tiempo en las actividades literarias siendo escritor de opinión y autor de un libro, respaldo la intención del gobierno de buscar mecanismos mixtos para oxigenar la economía empresarial del país.
Por estas razones que les narro en la combinación de tiempos y funciones, más aún, nos dicen en las Sagradas Escrituras que si dos se reúnen en el nombre del Señor (...), en Mateo 18; por todo esto, vuelvo y ratifico, celebro la intención del gobierno y la banca.
Ahora bien, pasó que por combinar mi trabajo corporativo con mi estudio técnico profesional, decidí residenciarme en la ciudad de Barranquilla hace unos 16 años, y ahora por motivos de atender el negocio municipal, alterno la residencia con Sabanalarga.
No guardo memoria si para ese entonces que andaba en el rebusque callejero en mi infancia, el inclemente clima de la región sea el mismo con el que hoy los del rebusque municipal padecen; les hablo de quienes a diario trabajan en el mototaxismo lugareño.
En mi recorrido transitorio intermunicipal en bus desde Barranquilla a Sabanalarga y viceversa, soy también testigo de la labor callejera de quienes se bajan y se suben diariamente a este transporte deseando vender sus productos.
Concluyendo con mi cronología de vida, en mis opiniones públicas mantendré todas las discrepancias ante el sectarismo político económico inane que nos alejan de un desarrollo económico integral.
En este camino en el que vuelvo andar, veo con desasosiego a esos vendedores callejeros que se bajan desilusionados de un bus, pero esperanzados que en el próximo tendrán una mejor demanda de sus productos ofrecidos a los usuarios.
Esta resiliente fuerza esperanzadora, ahora viene alimentando mi espíritu social por la espera de un apoyo financiero que me permita difundir masivamente el trabajo literario de mi evangelización civil en mi proclama de ser gestor de paz independiente.
Julio de La Hoz Arévalo.