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La Fundación Barranquilla+20 participó en la agenda de la COP30 que se realizó en Belém (Brasil), un escenario donde se definieron las rutas globales frente a la crisis climática.

La presencia de la organización no solo visibilizó las afectaciones que tiene la región Caribe por erosión costera o por la pérdida del bosque seco tropical, sino que también, promovió la importancia de la educación ambiental y el liderazgo comunitario desde un enfoque de género en el Atlántico.

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Durante diversos paneles, diálogos y espacios, la delegación expuso cómo las mujeres, juventudes y comunidades vulnerables son quienes enfrentan las mayores desigualdades climáticas en la región.

“El cambio climático nos afecta de manera diferenciada. Dejar por fuera a la mitad de la población impide construir respuestas reales y sostenibles. Por este motivo, venimos fortaleciendo procesos con 130 mujeres cuidadoras que desde el voluntariado lideran acciones ambientales en distintos departamentos del país”, declaró Xiomara Acevedo, directora de la Fundación Barranquilla+20, a EL HERALDO.

Advirtió, además, que “muchas de nuestras mujeres sostienen proyectos desde el voluntariado, pero sin financiamiento constante es imposible asegurar su continuidad”.

Xiomara Acevedo Directora de Barranquilla +20.

De esta manera, Acevedo resaltó la importancia del nuevo texto de negociación sobre el plan de acción de género y clima, una de las expectativas más altas para esta COP30 por parte de los colectivos y voluntarios.

“Esperamos un plan operativo, con medios de implementación reales, sin retrocesos en el lenguaje ya acordado, que incluya cuidados, datos desagregados, reconocimiento a mujeres afrodescendientes y acciones concretas para cerrar las brechas estructurales que hoy agrava la crisis climática. Los próximos nueve meses serán decisivos para que ese plan no quede en el papel y responda a un enfoque de justicia climática con derechos humanos”, sostuvo.

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A este llamado se le sumó la voz del líder arhuaco Ricardo Camilo Niño Izquierdo, secretario técnico de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI), quien desde la Sierra Nevada, uno de los territorios más afectados por la crisis climática, llegó a Belém con un mensaje: la discusión global no puede seguir ignorando a los pueblos originarios.

Cortesía

“Desde la comunidad indígena en todos los lugares del mundo siempre se encuentra la misión de proteger los ecosistemas, no solo donde vivimos, sino también los que alimentan nuestros territorios y el mundo. Por este motivo, cualquier plan o iniciativa es lógico que pase por estas comunidades, ya que la experiencia va de la mano con la teoría”, argumentó.

También insistió en tres urgencias: “Necesitamos justicia ambiental ligada a derechos humanos, financiamiento directo a pueblos indígenas sin intermediarios y reconocimiento integral del papel que desempeñan sus territorios en la mitigación climática. Vamos demasiado lento. Las decisiones globales no están respondiendo a la velocidad de la crisis”.

Puso de presente que: “Necesitamos prevenir antes que lamentar, se tiene que tomar en serio lo que hacemos desde los territorios para que desde las regiones se pueda incorporar cambios al país”.

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Así las cosas, la presencia conjunta del Caribe colombiano, la Sierra Nevada y la Amazonía en Belém evidencia cómo distintos territorios comparten un diagnóstico común: el cambio climático golpea primero a quienes menos responsabilidad tienen en causarlo, según indicaron los voceros.

El trabajo de Barranquilla+20 y la voz de líderes indígenas subrayan la necesidad de decisiones que reconozcan los territorios, integren la perspectiva de género y garanticen justicia climática para quienes ya viven los impactos de manera cotidiana.

“Los pueblos indígenas sostienen buena parte de la biodiversidad que el mundo busca proteger sin involucrarlos en las decisiones. Lo que se discute en las negociaciones no puede avanzar sin financiamiento real, participación efectiva y planes que respondan a las urgencias de quienes ya conviven con los impactos en los territorios”, mencionó Niño.

En ese sentido, en Belém, la voz de Barranquilla+20 y la del liderazgo indígena coincidieron en un punto esencial: las decisiones globales solo serán efectivas si reconocen lo que ocurre en los territorios.

Igualmente, la voz de los colectivos insiste en que “la justicia climática debe incorporar el enfoque de género para cerrar brechas estructurales que hoy se amplían con la crisis”.

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En ese sentido, estas delegaciones buscaron mostrar que el Caribe y la Sierra Nevada no asistieron como espectadores, sino como poblaciones que pretenden incidir en los acuerdos que marcarán los próximos años.

Desde el intercambio de saberes hasta la defensa del territorio y los derechos humanos, el mensaje que se llevó desde Colombia apunta a una transición climática que no deje por fuera ni a las mujeres ni a los pueblos originarios.