En la historia de Colombia, el año 2016 será recordado, no como un período en donde obtuvimos la mejor representación en unos Juegos Olímpicos y Paralímpicos, tampoco como el año en que nuestros escarabajos tuvieron la mejor participación en todo el calendario ciclístico, y mucho menos se recordará a la película El abrazo de la serpiente como el film colombiano más aclamado universalmente.
Infortunadamente, para la historia nacional el 2016 será el año en que, después de haberse firmado un proceso de paz entre el Gobierno y las Farc (uno de los tantos actores armados de Colombia), el pueblo decidió no avalarlo a través de una participación democrática invisible y engañosa.
Realizar una reflexión sobre qué le convenía al país, si votar por el Sí o por el No, es como discutir sobre la convocatoria y alineación de un partido de la Selección; todos nos creemos Pékerman.
El 2016 será recordado entonces como el año en donde se vislumbró la mayor indiferencia, la profunda desidia y la incoherente falta de compromiso por parte de los ciudadanos frente a un país que ya no aguanta más.
Da dolor de patria ver que no nos interesa el futuro de nuestro país, pero duele más el que creamos que la mejor forma de ser tenidos en cuenta y hacer algo para cambiar las cosas sea a través de redes sociales y no del voto. Barranquilla lloró, y no precisamente por culpa del coletazo del huracán Matthew. El domingo 2 de octubre del 2016 será recordado como el día en que hubo un aguacero de abstinencia democrática, provocado por una tormenta de opiniones en redes sociales.
Solo queda darle tiempo al tiempo para poder sanar las heridas y esperar que de aquí en adelante Colombia pueda contar con nuevos hechos noticiosos que no solo exalten el nombre del país, sino que nos hagan crear consciencia de lo importante que es nuestra participación en las urnas.
*Por: Eder Cabrera, Usuario de Wasapea a EL HERALDO.





















