Lo único que se tiñó de gris el pasado miércoles, en el cementerio Jardines de la Eternidad del Sur, fue el cielo, porque los pasillos del camposanto se llenaron de color por culpa de unos micos que danzaban a punta de saltos.
Pese al día nublado, ni una gota cayó. Bueno, excepto las lágrimas que recorrían el rostro de Norelys Pérez, la única hija de Vicente Pérez Barranco, fundador de la danza Micos y Micas Costeños del Carnaval de Barranquilla, quien falleció el 21 de octubre en la ciudad.
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Pero no sollozaba de tristeza precismente, era una emoción que dominaba a la mujer al recordar con alegría a su padre. Es que no había espacio para los lamentos. La orden que el hacedor cultural les dio a ella y a sus primates era que rodearan el cajón con sonrisas y muchos brincos.
¡Ah! Un detalle que le pidió a Norelys y que no pasó desapercibido aquel día: “Él me decía: ‘Mija, ponte un vestido rojo, hazme un Carnaval, que yo me quiero ir alegre, así como era yo’”.
Dicho y hecho. Allá estaba ella haciéndole caso a su papá: fue vestida con un jean y una blusa roja, así encabezaba la comitiva de 18 micos que convirtieron la vía interna del cementerio en una pequeña Vía 40.
La vida de Vicente Pérez
Tenía 92 años y creció en El Ferry, del suroriente de la ciudad, donde fundó en 1967 el grupo con 40 niños y niñas que, gracias al arte de la máscara, simular piruetas, rascarse y brincar, se han mantenido alejados de problemáticas sociales que afectan al sector.
Se dedicó a la albañilería y a darle vida a un colectivo artístico con un enterizo marrón, máscara en papel maché, una cola y coloridas faldas para las señoritas de la danza, para posteriormente salir a desfilar en los grandes eventos de las ‘carnestolendas’ sin parámetros coreográficos.

El concepto era simular el comportamiento de los micos en todos los sentidos, desatando carcajadas y ganándose los aplausos de los curramberos. Un performance que los llevó a ganarse 10 Congos de Oro en la última década.
Contabilizan casi 60 años aportándole a la tradición que llevó a declarar patrimonio al Carnaval de Barranquilla. Una construcción valiosa de una figura, por la agilidad intelectual de Vicente Pérez Barranco, que hizo merecedor a los Micos y Micas Costeños de invitaciones a festivales y ferias en Bolívar y Magdalena.
“El legado que me ha dejado mi papá es muy bonito. Quiero que siga, va a seguir adelante, porque la verdad es que eso es lo que él quería, que su danza no se apagara, que siguiera y eso es lo que voy a hacer. Lo estoy haciendo, porque ya tengo como 14 años de tener la danza y quiero seguir con este legado que me ha dejado”, sostiene Norelys.
Ella se mantiene firme en no dejar morir a los micos, motivada por el último mensaje de su padre, por el último desfile en el que participó en la Vía 40 en el año 2010 y por el orgullo que notaba en él cada vez que trataba de perfeccionar los brincos de los muchachos.
“Él se gozaba su carnaval, siempre se lo gozó. Se transformaba en su disfraz de mico cada vez que se ponía la máscara…”. Norelys no pudo continuar con su declaración, la voz se le entrecortó al ver entrar al cementerio a los integrantes de la danza en manada, tras descender, uno por uno, del bus que los trasladó desde El Ferry hasta su última morada.
Por fortuna, Vicente pudo disfrutar de un homenaje que le hicieron en vida por su obra. Fue en febrero de 2016, en el Festival de la Tradición que se llevó a cabo en la Plaza de la Paz.
“Vicente era esa inspiración de todos, además de una alegría permanente, a pesar de ser una persona que tenía tiempo de estar en cama. Me llena de orgullo decir que lo reconocimos en vida cuando yo era secretario de Cultura y de verdad que fue ese día que llegamos a su casa y él decía: ‘Hombe, qué bien, nunca pensé en esto’”, recuerda el director del Carnaval de Barranquilla, Juan José Jaramillo, quien también asistió al cementerio a despedir al hacedor.
Juancho señala que es satisfactorio ver que su fundador preparó a la actual directora de la danza para cuando él ya no estuviera.
“Estará por mucho tiempo, no fallece. Esa es la alegría de Vicente y lo que lo hace llegar feliz al cielo a esa gran reunión con el padre celestial, a sabiendas de que deja en el Carnaval de Barranquilla una huella muy grande. Es la inspiración, personalmente para mí, con mi grupo de los gorilas, digamos, somos la única familia primate que está en el carnaval. Entonces, es materia de orgullo saber que nuestra familia, los micos y micas, hacen parte del carnaval y que nosotros tenemos mucho por aprenderle”, manifiesta Jaramillo.
Trabajan en una evolución
Agrega que se vienen cambios en la danza: “Casualmente venimos trabajando con Norelys y con todo el grupo de Micos y Micas, donde estamos en este momento en un trabajo social, acompañando a que sean nuevos niños y nuevos jóvenes los que se unan a la danza para volverla mucho más grande, mucho más fortalecida, pero a la vez haciendo un tema de innovación en conjunto con una fundación que se llama Pasos, en ver cómo hacemos que ellos encuentren una coreografía alrededor de todas sus micadas, pero que lo conviertan en una danza atractiva para el carnaval”.
Para Jesús Manuel Ariza Castro, uno de los pequeños bailarines de Micos y Micas Costeños, no es fácil asimilar la partida del hombre que le enseñó sus primeros pasos. Este adolescente suma ocho años como integrante, pero reconoce que lo que mejor que puede hacer es seguir con todo lo que aprendió de Vicente.
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“Cuando entré a la danza, me llamó la atención ver cómo hacían las morisquetas imitando a los micos. Ahora hay que seguir preparándonos para las presentaciones, invitar a más niños a que se unan a nuestro grupo para no dejar que la tradición se pierda”, dice Ariza, de 17 años.
Tanto el joven como sus compañeros dieron los últimos brincos alrededor del cajón de este gran carnavalero hasta que este fue sepultado, mientras el emotivo momento era amenizado por Mico Ojón Pelú, canción de Pedro Ramayá Beltrán, la favorita de Barranco Pérez, que ahora dirige su legado desde la eternidad.















