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Hay personajes que habitan al actor, que lo recorren, que no se van del todo al decir “corte”. Guillermo León Mejía, de La Venganza de Analía, es uno de ellos. Y Marlon Moreno, que lo ha encarnado con una gran entrega, lo sabe mejor que nadie.

 “Terminé muy afectado con este personaje. Es alguien que no ama a nadie, que está hecho de una fuerza brutal, y yo me entrego, me meto, me atravieso con lo que hago. Me costó salir”, dijo el actor en diálogo con EL HERALDO.

Marlon no habla desde la comodidad de un actor con experiencia en papeles oscuros. Habla desde una herida que no cierra fácil. “Cuando terminé la primera temporada, duré meses sin querer saber de nada. No quería volver. Pero luego, la historia me llamó. Es un personaje tan interesante, tan actual, que decidí regresar. Y qué bueno que lo hice”, manifestó.

Y es que en esta segunda temporada la historia se transforma. Entra Paola Turbay, quien interpretará a Paulina Peña, y con ella, aparecerán nuevos sentimientos: “Le cambió la vida a Guillermo. Le dio amor, como sea ese amor, pero es amor. Y eso fue una motivación preciosa para mí como actor. Por eso esta vez no sentí el peso. Esta temporada la levité”.

Aun así, no todo es gozo. El personaje no deja de ser una carga densa. “Ha sido uno de mis personajes más retadores. Es un hombre sin escrúpulos. Y eso, aunque uno lo disfrute mientras lo hace, pesa después. Yo entro en una especie de trance, me entrego por completo. Pero cuando salgo, cuando me desprendo, digo: ¡uy, qué fuerte!”.

Marlon Moreno se hace interrogantes a raíz de esto, se sacude, se incomoda. “Desde que hago este personaje, siempre me pregunto: ¿Cómo hacen los políticos para vivir consigo mismos? Hay que tener una sangre muy fría, una caparazón muy dura”.

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Mejía, después de ser condenado, logra su libertad con artimañas, ayudado por su gran amor de la adolescencia, Paulina Peña. Ahora es más peligroso que nunca, porque no solo buscará venganza sino también la presidencia del país.

Con el poder en sus manos, no tendrá escrúpulos para asesinar y acabar con todo aquel que se interponga en sus planes. Pero con Analía y su entorno actuará de manera más fría y calculadora, infringiéndoles el mayor dolor posible para hacerles pagar por su traición.

Entre lo real y la ficción

A veces, los personajes no solo atraviesan al actor, sino que también lo obligan a confrontarse. Y eso es lo que le ha ocurrido a Marlon Moreno con Guillermo León Mejía.

“El fin justifica los medios. No hay nada que hacer. Es fuerte, es muy fuerte. Yo no comparto eso en mi vida. Si yo tengo que pasar por encima tuyo para lograr un objetivo, no lo voy a hacer. No me interesa”.

Esa distancia ética entre actor y personaje es tan clara como dolorosa. Marlon insiste en que, ante una crisis, jamás sería de los que saquean, de los que pisan al otro para sobrevivir. “Si se acaba el agua y tengo que matarme por entrar a un almacén, no lo voy a hacer. Hasta allá no llego”.

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Hay una escena que marcó bastante a Moreno en esta tenporada: Analía y su padre en el manicomio. Un momento revelador donde él le dice: “Somos iguales”. Y según el actor, no hay dudas: “Totalmente. Ella es igualita a él. Una persona en su sano juicio no vuelve a un país como lo hace Analía, menos para vengarse. Y en esta segunda temporada vamos a ver una Analía sin escrúpulos, aunque se disfrace de la buena de la historia”.

Sentado, analizando lo cruel que ha sido su personaje, también recordó una frase que este pronuncia en los avances promocionales: “Eso que tanto odias de mí, es lo que tú amas de la persona con la que estás”.

Pero Marlon no se queda en la interpretación. Vive también un momento creativo distinto. Escribe, produce, dirige, enseña. “Estoy en el lugar de contar las historias como yo las veo”.

Y sí, también enseña. Desde 2018, ha cultivado una faceta poco conocida: la de profesor de actuación. “Lo más chévere es que sigo con los mismos alumnos. Es itinerante, se van sumando otros, claro, pero tengo una base. Uno de ellos escribe, y hemos armado un equipo. Mi objetivo es que ellos también aprendan a contar cómo ven el mundo”.

“El éxito es una falacia”

En algunas ocasiones, el brillo de la fama suele deslumbrar más que el talento. El actor caleño se baja del pedestal y habla desde la tierra, sin poses ni máscaras.

“Lo que a mí me enseñó la vida es que nada es tan importante y todo es mentira. Yo no me siembro expectativas con nada, no me hago ilusiones con nada. Este es un trabajo que hicimos con mucha entrega, lo disfrutamos muchísimo. Que sea un éxito o no, no depende de uno”.

Con una mirada crítica hacia el concepto mismo de éxito, Marlon expresa: “El éxito, de hecho, es el nombre de un almacén. Para mí, el éxito no existe. Es una falacia. Puedes pensar que esa persona es muy exitosa, pero no. Yo creo que es una mentira total. Hay momentos, tú puedes vivir unos momentos de gloria. Lo vemos seguido con gente que se vuelve famosa en dos segundos y duran unos días, y se acabó”.

En lo que sí cree, profundamente, es en la construcción interior que puede lograr.

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“En qué quiero creer yo: en construirme a mí mismo, en pasar lo mejor que pueda conmigo y con la gente que me rodea. Más de ahí no. Cuando yo doy lo mejor de mí y si puedo llegarte a ti como espectador en algo que hice, y eso provoca un crecimiento tuyo, entonces seré feliz”.

Un trabajo hecho con grandes actrices

Cortesía Caracol Televisión

En esta segunda entrega tuvo la oportunidad de trabajar con Paola Turbay, a quien define como una actriz con gran profesionalismo. “Siempre llega al set a tiempo, siempre con su letra, con su vida, pero sobre todo es uno de los mejores seres humanos que he conocido”.

Y reencontrarse con Carolina Gómez fue otra de sus experiencias más inolvidables. “Es que es una mujer tan hermosa y generosa. Un ser humano bacanísimo. Las dos son cracks. Una combinación perfecta de belleza y talento”.