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No hay una fecha más tallada en el pecho de un juniorista que el 7 de agosto de 1924, esa que hizo nacer la pasión de toda una ciudad. Sin embargo, la llegada del 2024, haría este día más especial, pues el club celebró su centenario. El pasado miércoles, hacia las 10:30 a. m., la hinchada no olvidará que logró desplegar la bandera más larga del mundo teñida de rojo y blanco.

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La Ventana de Campeones fue el punto de encuentro. Cientos de manos corrieron, saltaron y acariciaron un total de 10.200 metros de bandera, lo que equivale a 10 kilómetros y 200 metros de longitud, que recorrieron el Gran Malecón.

Esta fue la culminación de días y horas de esfuerzo colectivo, de una pasión que no conoce fronteras ni límites. Los que estuvieron presentes cargaron en sus manos la responsabilidad de ser parte de un evento histórico.

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Y es que cada tramo de tela podría representar un capítulo en la historia del Junior, un gol, una victoria, un momento de gloria o de desilusión que había enardecido la devoción de su hinchada.

Superando el récord anterior de 7.800 metros ostentado por los hinchas de River Plate, esta iniciativa es una muestra de que el amor por el Junior es tan inmenso como esa bandera que ahora espera sea reconocida como la más grande del mundo por parte del Guinness World Records.

Una locura hecha historia

Gabriel Vallejo, mejor conocido como ‘el Ruso’, director de la Fundación Centenario Rojiblanco, fue el hombre detrás de esta hazaña, y aún se emociona al recordar cómo nació la idea y de que lo que empezó como una conversación informal entre amigos, con el tiempo se convirtió en una misión que comprometió a toda una ciudad.

“Estaba en una reunión con unos amigos en 2020, buscando hacer algo grande para el centenario de Junior. Fue ahí donde surgió la idea de la bandera más larga del mundo, inspirados por un récord que vimos en Argentina. Decidimos superarlo y nos la jugamos”.

El camino no fue fácil. Las críticas y los escépticos no faltaron. “Hubo quienes dijeron que estaba loco, que no se lograría, pero tenía la convicción de que esto era algo grande, algo que Dios me trajo al mundo para hacer”.

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Los apoyos llegaron poco a poco. El proyecto, que en total costó entre 80 y 100 millones de pesos, implicó aproximadamente un mes y medio de trabajo arduo.

“Christian Daes fue uno de los primeros en unirse a la causa, junto con Tecnicor, el concejal Alexis Castillo, y el presidente del consejo, Samir Radi. También contamos con el respaldo del alcalde Alejandro Char, la Gobernación del Atlántico y con la contribución de muchas personas que donaron metros de tela”.

Cientos de hinchas iban descargando esta bandera del camión en el que fue transportada. Al regresar a su punto de origen, muchos se preguntaron, ¿dónde la guardarían?, ¿quién se quedaría con ella? De acuerdo con Vallejo, actualmente se encuentra en una vivienda ubicada en el municipio de Soledad.

“Allá tengo a varios chicos organizándola para que esté en buenas condiciones y podamos materializar el próximo sueño que tenemos en mente”.

Josefina Villarreal

¿Ahora qué sigue?

Vallejo contó que para que el Guinness World Records haga oficial este reconocimiento, deben pasar de 10 días hasta 3 meses. Sin embargo, Gabriel ya tiene en mente el siguiente paso: convertir esta bandera en el tapaestadio más grande del mundo.

“Nosotros ya hemos enviado evidencia de todo. Ahora la recogemos, la cosemos, medimos la altura del techo del Metropolitano, que es de unos 30 metros, y la colocamos. Esto es solo el comienzo. En la parte de norte iría el escudo de la Banda de los Kuervos, una leyenda de ellos. Y en la parte del sur iría el dibujo del Frente Rojo y Blanco Sur. En Oriental sí tenemos que buscar opciones en esa tribuna”.

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El día del despliegue fue indescriptible. Gabriel lo define como “un orgullo inmenso, una emoción tan grande que aún al recordarlo se me pone la piel de gallina”.

Ese 7 de agosto nadie lo va a olvidar. Fuimos testigos de algo monumental, algo que nos unió a todos y que ya es parte de la historia de Junior. Estamos felices de protagonizar ese momento”.

Josefina Villarreal

Las manos detrás del récord

En la calle 114 No. 31-73, en el barrio La Pradera, se gestó esta iniciativa. Dalcy Jorge Domínguez, una mujer cabeza de hogar, que se desempeña como modista en su casa dedicó casi un mes y medio de su vida a este titánico proyecto, confeccionando con sus propias manos más de seis kilómetros de la imponente tela.

“Los estudiantes del Sena hicieron 4 mil metros y acá nos encargamos del resto. Yo me la paso confeccionando vestidos, ropa, pero nunca imaginé tener la responsabilidad de completar la bandera más larga”.

Todo parecía maratón de aguja e hilo interrumpido, solo por las pausas necesarias para atender a su clientela. “Pude sacar tiempo también para atender mis clientas que nunca me fallan”.

Retazos que tendrán otra vida

Para Dalcy Jorge Domínguez, la mayor satisfacción llegó cuando se dio el último puntazo, cuando esa última pieza de tela fue unida a la monumental bandera.

“Sentí alivio y satisfacción porque habíamos trabajado tanto tiempo en esa bandera. Fue agotador pero satisfactorio porque cumplimos con esa meta, le cumplimos a la ciudad y a nuestro equipo. Ahora los retazos lo vamos a utilizar para los maniquíes y para rellenar almohadas”.

Y es que Dalcy utiliza unos maniquíes para moldear las modas que le envía a su clientela.

Juan David Arteaga es el hijo que también hizo parte de este maratónico trabajo. Desde pequeño, su madre le enseñó este oficio, y desde entonces, ha aprendido a coser toda su ropa.

“Recuerdo que yo estaba de viaje cuando a mi mamá le avisaron y apenas le trajeron todas las telas, me dediqué a ayudarla y siento gran orgullo de que juntos lo pudimos lograr. Hicimos historia”. Su sobrino Jesús David Cotes también se sumó a este apoyo aprendiendo a coser desde cero.