La flauta de millo resonó en la Plaza de la Paz. Los tambores retumbaron. Las maracas marcaron el compás. La edición número 30 de la Noche de Tambó se celebró por todo lo alto con el homenaje al tres veces rey vallenato Alfredo Gutiérrez y la cumbiamba El Mambacazo por sus 40 años de tradición.
Al son de la cumbia, la gran protagonista de la noche, con los miles de personas danzando alrededor de la tarima y la música puesta por el Grupo Tambó, Barranquilla se rindió ante el rey.
De manos de Lisandro Polo, director de la Fundación Tambó, y del secretario de cultura del distrito, Juan Carlos Ospino, recibió dos reconocimientos. El primero ‘El Tambó Dorado’. El segundo, la medalla Ciudad de Barranquilla en categoría Oro.
'Hago entrega de este reconocimiento que Tambó en sus 30 años le hace al maestro, todos somos testigos del cariño que profesamos hacia él, un gran juglar. Para él el mejor de los tributos', aseguró Juan Carlos Ospino.
Por su parte, el gran homenajeado de la noche dijo: 'Gracias a mi tocayo, Jesús el hijo del creador, porque yo me llamo Alfredo de Jesús. Gracias a Lisandro Polo y organización Tambó, que lucha por reivindicar la esencia de este folclor lindo de la Cumbia en el Carnaval'.
El Mambacazo
Fundada en el corazón del barrio San Roque, en la calle 34 con carrera 32, un 11 de noviembre de 1984, la cumbiamba El Mambacazo ha sido de las más tradicionales en la ciudad de Barranquilla, llevando así 40 años de tradición.
Por ello en la Noche de Tambó a su creadora, Emilsa Torres, se le entregó ‘El Tambó Dorado’. Al momento de entregarle el reconocimiento a Emilsa Torres, el director de la Fundación Tambó dijo: 'Es un reconocimiento por esa labor de estar llevando la cumbia adelante. Gracias por todo'.
Por su parte, la homenajeada dijo: 'Yo diría que es muy hermoso porque cuando uno está en unión con la familia, con los cumbiamberos uno les transmite esa alegría, como decía mi mamá ‘pa’lante es pa allá’. Qué lindo, gracias, esto es hermoso'.
Tradición y Cumbia
A día de hoy pensar en Carnaval es que llegue a la mente la cumbia y si esos dos elementos están juntos el resultado no puede ser otro que la Noche de Tambó. Ya está presente en el imaginario colectivo del carnavalero, del amante del folclor.
Pero, para llegar a eso hubo momentos que fueron contribuyendo al nacimiento de la Noche. Uno de ellos es una actividad que aún se sigue realizando para que, como dice su nombre, no muera la cumbia.
Son las Cruzadas Folclóricas, Que no muera la Cumbia, en la que el Grupo Tambó va a los colegios de los barrios populares a enseñar sobre el ritmo madre.
'Nosotros íbamos a los colegios, estoy hablando de hace más de treinta años cuando no estaban las casas de cultura todavía, y hacíamos talleres. Hacíamos una presentación, mostrábamos la parte musical; entonces, nos dividíamos en salones. Después lo confrontábamos. Y salió un ejercicio chévere. ¿Pero cuál era el compromiso?: La institución se comprometía a darles un juego de instrumentos y nosotros nos comprometíamos a hacerle un seguimiento'
Pero, si hay alguien que en su vida ha respirado Carnaval y con su labor ha aportado a la preservación de la fiesta es el magistral Alfredo De la Espriella, quien fue clave también para que la Noche de Tambó tomara forma.
Lisandro, conversador como pocos, encontraba satisfacción en hablar con las personas mayores, recibir esa sabiduría que solo dan los años. Y allí, tertuliando con ‘El bandolero mayor’, escuchaba cómo en Barranquilla se hacían ruedas de cumbia los 2 de febrero y le regaló un libro que contaba esa historia del reunirse al son del tambor.
'La rueda de cumbia era el lugar de encuentro del barrio abajo, barrio arriba, y los del centro. En la Aduana se bailaba, en la Calle de las Vacas, y ahí donde quedaba el teatro metro, según la historia. Entonces, hablando con mi hermano Camilo, juntando todo eso, nace la idea de hacer una rueda de cumbia; pero, para darle la importancia al músico, como verdadero motor, como parte esencial, como la gasolina del Carnaval'.
Y es que esas primeras noches tenían, sin ser ellos una religión, algo de eso. Para poder hacerlas tenían un diezmo, así como algunas iglesias. De las presentaciones que tenía el Grupo Tambó, el 10 % era guardado para la realización de la rueda de cumbia. Y ahí arrancó el sueño.
Noches memorables
Así como durante 30 noches ha habido algunas que han servido para que Tambó saque ese deseo y esa terquedad para que nunca muera. Hay otras que son memorables y aún, a día de hoy, siguen emocionando a Lisandro y a todos aquellos que hacen parte de la fundación.
Precisamente una de esas que para aquellos que estuvieron ahí debió haber sido memorable. Fue la quinta noche. El homenajeado es un ícono. Un rey. El rey del millo, Pedro ‘Ramayá’ Beltrán. 'Uno lo veía como una estrella inalcanzable. Pero el maestro, desde esa quinta versión, siempre estuvo en la Noche de Tambó, no ha faltado'.
Además, porque hubo dos grandes tamboreros que, cual combate de boxeo, deleitaron a los asistentes. En una esquina Fernando Mosquera y en la otra Encarnación Tovar, de los Gaiteros de Punta Brava.
'Empezaron a hacer un duelo esos dos. La gente dejó de bailar para verlos tocar. Fue algo increíble, que poco se ve'.
Entretanto, el músico e investigador Julio César Cassiani, quien también ha estado en Tambó desde sus inicios recuerda vívidamente lo que fue el homenaje a La Negra Grande de Colombia, Leonor González Mina, que no tenía muchas ganas de llegar a la rueda de cumbia.
Ella no quería venir porque estaba de duelo, pero al final lo hizo. Ella ni ensayó con nosotros, solo venía al homenaje y se sube a la tarima; entonces, cuando ella se sube, la gente está dando vueltas así, en la rueda. Y ella se queda así mirando y dice: ‘Dios mío, ¿qué es esto? Yo no me esperaba esto’. Y yo creo que de pronto no teníamos tanta gente como hoy. Y empezó a cantar, la gente le sacó pañuelos. Se enfermó ahí en la tarima de la emoción. Tuvimos que traer un médico. Después de eso nos quedó llamando para seguir viniendo', dijo Cassiani.
Amor cumbiambero
A lo largo de las tres décadas de existencia de la Noche de Tambó, este evento se ha convertido en un espacio en el que se reúnen el folclor, la tradición y le dejan un espacio al amor.
Uno de los que encontró ese sentimiento en medio del retumbar de la percusión fue el francés Dominique Grifette, quien en 1998 conoció a la que hoy es su esposa, Mirna, en medio de la rueda de Cumbia.
'Yo estaba en Barranquilla con el objetivo de conocer y encontrar músicos de la música tradicional del Caribe. Algunos músicos de la ciudad me invitaron a este evento... Fue un momento de convivencia musical y humana. Un ambiente festivo donde la música tradicional se bailaba con un derroche de alegría'.
Aunque solamente ha estado una vez en la Noche de Tambó su vida estará siempre ligada a esa rueda de cumbia, a ese lugar en el que el amor los encontró.
'Conocí a mi esposa el 14 de febrero de 1998 durante ese evento. Ella estaba con unos amigos (amigos del grupo Tambó) bailando con su pollera y gozando su cumbia. Una amiga nos presentó... La historia entre los dos comenzó en la Noche de Tambó del 1998. Estamos siempre ligados a la Noche de Tambó'.
Hoy, cuando se cumplirán 25 años de aquella ocasión, el francés sigue teniendo presente cómo el sonido de la cumbia, el millo, las maracas, la gaita y los tambores hicieron que encontrara su amor cumbiambero.
Siempre presente
Si hay alguien que sabe lo que han sido las Noche de Tambó es el cienaguero Hernando Correa quien desde el génesis ha asistido religiosamente a la rueda de cumbia. A sus 67 años, no se ha perdido ninguna, el golpe de la percusión lo sigue llamando.
'Desde el momento en que conocí al Grupo Tambó me llamó muchísimo la atención lo que era la estructura del conjunto, cómo ellos tocaban la música. La tambora, el alegre, el llamador y el guache es una cosa que va como en el ADN de uno; entonces, a mí esa música me emociona. Entonces para mí era muy agradable ver que era un evento que yo lo catalogo como el mejor del Carnaval'.
Es precisamente ahí en esa clave, en mantener la tradición a pesar de que la fiesta cambie, lo que para el ‘Cachaco’, como le dicen sus amigos, más le apasiona.
'Es un evento muy clásico de lo que significa el Carnaval porque la esencia del Carnaval es la música folclórica de las poblaciones del río y veredas de la costa', concluyó.





















