La cumbre climática de la ONU (COP30) que se celebra en Belém vive momentos de tensión, ante la demanda de los países en vías de desarrollo de incluir en las negociaciones formales la responsabilidad de las naciones ricas de darles financiación.
La Presidencia brasileña de la conferencia abrió el lunes consultas informales con los países para decidir si este tema sería discutido en la agenda oficial, lo que tiene que ser aprobado por consenso.
Tras varios días de conversaciones, todavía no se ha llegado a un acuerdo debido a la oposición de las naciones desarrolladas, y los ánimos empiezan a caldearse.
Este viernes, el presidente de la COP30, el brasileño André Corrêa do Lago, anunció durante una rueda de prensa al final del día que se realizará una última ronda de consultas informales el sábado por la mañana antes de reportar sobre las conclusiones en el plenario.
Con todo, una negociadora latinoamericana que participó en la reunión de este viernes dijo a EFE bajo condición de anonimato que “no hay punto de encuentro” entre los bloques y que ve “complicada” una solución.
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Comparó la división que vio dentro de la sala a una mazorca de maíz cuyos granos han sido esparcidos.
El grupo de los Países en desarrollo con pensamiento similar (LMDC, por sus siglas en inglés), donde se encuentran China, India y Venezuela, son de los mayores defensores, junto a los africanos, de que se incluya el tema en la negociación.
“Si no llegamos a un acuerdo en consultas, no tendremos una COP exitosa”, señaló el representante de Ghana durante una reunión previa celebrada a mediodía.
Para las naciones desarrolladas el tema de la financiación ya fue discutido y cerrado el año pasado en la COP de Bakú, cuando se estableció la meta de proveer 300.000 millones de dólares anuales para acciones climáticas en las naciones más pobres.
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Aunque la cifra es considerada insuficiente por el Sur Global, lo que quieren sus negociadores en esta cumbre no es revisar la meta, sino definir mejor la responsabilidad de los países ricos.
Por ejemplo, quieren que la mayor parte de la financiación sea pública, en forma de subsidios o de préstamos a intereses bajos, para no incrementar la carga de la deuda.
Quejas por la vaguedad de la meta
En la meta establecida el año pasado apenas se dice, en términos vagos, que las naciones ricas deberán “tomar el liderazgo” y que la financiación vendrá de una “variedad de fuentes”, incluido privadas, lo que deja la puerta abierta a préstamos con tasas de interés comerciales.
La portavoz de Greenpeace Rebecca Newsom confirmó a EFE que hay un “estancamiento” en las consultas informales sobre financiación.
“Los países desarrollados se resisten a hablar sobre finanzas públicas y sus obligaciones y quieren hacer ver que no hay necesidad de un tema de agenda específico”, explicó.
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Mientras el debate se encendía en la sala de negociación, el secretario ejecutivo de la Convención marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, Simon Stiell, prefería mirar el vaso medio lleno.
En un evento con ministros de finanzas, Stiell se refirió al reciente informe presentado por las Presidencias de la COP 29 y 30 que apunta a formas de llegar a 1,3 billones de dólares de financiación al año para países en desarrollo.
“Es tanto alcanzable como esencial”, aseguró.


