, , , , — El 29 de noviembre de 2014 quedará grabado en la memoria de Italia, ese día se produjo la desaparición de un pequeño de nombre Lorys Stival y de apenas 8 años de edad por lo que de inmediato iniciaron las labores de búsqueda para dar con el paradero del menor.
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Fue su madre, Verónica Panarello, la que se dirigió hasta la comisaría de Carabineros de Santa Croce Camerina para dar a conocer la desaparición de su hijo luego de que fue a buscarlo hasta su colegio donde le dijeron que nunca había ido.
Pronto recibieron una llamada de un hombre que aseguró que había dado con el cuerpo de un niño. Se trataba de Lorys quien yacía irado en un campo cercano al Mulino Vecchio, a las afueras de Santa Croce Camerina.
Por lo que ahora arrancaban las investigaciones para esclarecer del escabroso crimen –fue encontrado con signos de violencia, rasguños y moretones-, al responsable y las motivaciones detrás de la muerte del menor.

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Los investigadores empezaron a revisar grabaciones de cámaras de seguridad y notaron que efectivamente el niño ese 29 de noviembre no había asistido a clase como lo manifestaba su mamá, a ella tampoco se le vio. Eso dejó perplejos a los carabineros.
Panarello fue llamada a interrogatorio e insistía que llevó a su hijo a la escuela, pese a las cámaras decían otra cosa. Estos confusos relatos llevaron a las autoridades a desconfiar de las aseveraciones de la mujer.
Pocos días después fue señalada como la principal sospechosa y fue arrestada el 9 de diciembre aunque insistía en su inocencia. Pero luego cambiaría su versión: le indicó a las autoridades que dejó a Lorys en la ruta para que se calmara pues estaba llorando y que su hijo se había quitado la vida con un cable cuando regresó a recogerlo.
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Fue allí, según confesó en su momento, que tomó el cuerpo del pequeño y lo dejó justo en el lugar donde fue localizado. Todo se trataba de una mentira que pronto se develaría.

Verónica no soportó la presión y fue allí cuando señaló que quería confesar lo que realmente pasó: manifestó que llevaba un tiempo sosteniendo un romance con Andrea Estival, su suegro, aprovechando las largas ausencias de su esposo.
Pero ese romance secreto se vino al piso el mismo día de la desaparición de Lorys, el niño los descubrió sosteniendo relaciones sexuales en la cocina de la casa, al ver esa escena se fue corriendo a su habitación. Ese fue el detonante de su asesinato.
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Dos años más tarde, en 2016, una corte italiana la sentenció a 30 años de prisión con cinco años de libertad condicional y una indemnización de 350.000 euros para el marido y 100.000 euros para los suegros.
Pese a su confesión, seguía sosteniendo que era inocente y en 2018 elevó ante un tribunal de apelación una demanda contra su suegro acusándolo como el verdadero homicida, señalamiento que fue rápidamente desestimado por falta de pruebas.