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Apasionada por la academia, con la convicción de que los cambios sociales están ligados a una buena educación y que los logros se construyen a través de la pasión, Natalia López Fuentes es docente de la Universidad Pontificia Bolivariana de Montería. Ella ha revolucionado sus métodos de enseñanza para impactar el aprendizaje de sus estudiantes.

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¿Qué hacen alumnos en compañía de su maestra en el planchón de Montería (medio de transporte artesanal del territorio)? No precisamente se desplazan a su institución universitaria. Esa es su aula de clase por un día. Allí, mientras observan la corriente del río Sinú están recibiendo un nuevo módulo de su semestre.

No hay pupitres, tableros, ni tizas, pero pueden palpar la realidad de su entorno, esa que dentro de un salón de clases es difícil evidenciar. Por ello, con el objetivo de lograr una apropiación de la ciudad a través del conocimiento, Fuentes emprendió una aventura de la que ahora no quiere escapar.

'Alcancé que en ese contexto, en la mitad de un río, estuvieran concentrados, participativos y propositivos a la hora de desarrollar una clase. Es decir, el estudiante no necesitó en ese momento de estar en un aula de clases encerrado para hacer realmente un análisis de un tema'.

¿Cómo inició el método?

Posterior a una crisis sanitaria que dejó secuelas en todos los ámbitos sociales, el educativo fue uno de los más impactados. Y es que la pandemia, en educación básica, aumentó las tasas de deserción y repitencia escolar y profundizó las brechas en el rendimiento académico. En educación superior redujo el número de estudiantes matriculados.

Consciente de esta situación, la abogada, especialista en Derecho Admistrativo y magíster en Derecho Público, decidió dejar atrás el encierro y empezar a innovar, de la misma forma en la que el planeta se estaba transformando.

Las aulas dejaron de ser el recinto protagonista para el intercambio de ideas y los espacios en casa empezaron a cumplir esta función. Sin embargo, ambos tenían algo en común: las cuatro paredes que los rodeaban.

'La pandemia nos cambió la vida a todos y eso me llevó a implementar nuevos métodos de aprendizaje. Hubo muchos casos de salud mental, sobre todo en los jóvenes, que nos permitió a nosotros como docentes conocer más allá de la historia de un estudiante que no solo llega a un aula de clases'.

Para Fuentes, el estudiante necesitaba explorar el entorno donde vive, las entidades que lo rodean y qué función cumplen estas en la comunidad.

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'La herramienta que hemos venido utilizando son las redes sociales, que hoy en día es una herramienta informativa para ellos y les gusta utilizar y qué mejor método que también puedan ver lo que está ocurriendo en la ciudad a través de esto'.

Y es que Fuentes ha compartido videos en los que interactúa con sus estudiantes en estos lugares, los cuales han logrado cientos de reacciones por parte de usuarios que han destacado su nueva metodología.

El primero de ellos fue su clase en el planchón de Montería, una experiencia que en sus estudiantes y ella quedará marcada por siempre, pues no esperaban que llegara a ser tan satisfactorio.

'Esto es una insignia de la ciudad y ahí trabajamos un tema que hacía parte del daño ambiental. El planchón es ese medio de transporte que te cruzas de un lado a otro del río, se muestra todo el entorno de la naturaleza y era más que idóneo'.

Construyendo sociedad

Fuentes no imaginó estar subida en un bus de transporte público dictando una clase. Las instalaciones de la Universidad Pontificia Bolivariana se quedaban cortas para dejar claro el mensaje que quería emitir.

Por ello los invitó a otra aventura, motivada por seguir construyendo ciudad y ver en sus estudiantes el brillo de aquellas ganas que espera sean materializadas en un futuro.

'Los estudiantes estuvieron muy inquietos al momento de desarrollar la clase y eso me gustó. El tema de qué se podía mejorar en el trasporte público de la ciudad fue una experiencia muy bonita porque lo hice con estudiantes que ya están terminando su formación como abogados y no se podían ir sin vivir esto'.

El Parque Betancí, en Montería también fue otro de los aliados de Natalia en este proceso. Allí dialogaron sobre el aprovechamiento de los espacios públicos y cómo transforman el entorno de sus habitantes. En los videos se observa cómo, además de jugar, los estudiantes recogieron los desechos del lugar.

'La educación también se aprende en la práctica. Nosotros como docentes tenemos la responsabilidad no solamente de transmitir el conocimiento a nuestros estudiantes a través de las aulas, sino también enseñarles en la práctica'.

Como un motor de desarrollo social que imparte con orgullo, Natalia hace énfasis en la visibilización de este tipo de herramientas para brindarle al mercado profesional personas propositivas y con sentido de pertenencia. 'Soy feliz de convertir el entorno en mi aula de clase'.