El liderazgo femenino continúa dando pasos agigantados en la sociedad. Muestra fiel de ello es la exitosa carrera que ha tejido la capitana de fragata Liliana Ortiz Reyna, quien desde octubre pasado fue elegida como la nueva comandante del Batallón de Cadetes de la Escuela Naval, convirtiéndose así en la primera mujer que asume el cargo.
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Cabe recordar que el Batallón de Cadetes es una dependencia que está encargada de la formación naval militar de los futuros oficiales de la Armada de Colombia y de la Marina Mercante.
La nueva comandante tiene bajo su responsabilidad a 822 jóvenes y un equipo de trabajo integrado por 79 oficiales, suboficiales, infantes de marina profesionales y personal civil.
Liliana nació bajo el cielo cartagenero y se crió en Bogotá. Ingresó a la Escuela Naval de Cadetes ‘Almirante Padilla’ el 14 de enero del 2000.
Además, es profesional en Ciencias Navales y Administración Marítima, especialista en Logística y magíster en Gerencia Estratégica. Asimismo, cuenta con capacitaciones en escenarios internacionales como el curso de Análisis de Inteligencia de Operaciones Transnacionales en el Western Hemisphere Institute for Security Cooperation en Georgia, el curso de Toma de Decisiones en la Escuela Naval de Posgrados en Monterrrey, y el Curso de Desarrollo Táctico Marítimo en Newport, Rhode Island.
Un servicio con entrega
Crecer viendo la entrega de sus padres hacia las Fuerzas Militares del país hicieron que en ella naciera una admiración que hoy puede ver en el espejo.
'Gracias a ello, a la orientación de mi padre, y a la oportunidad de ingreso del primer contingente de oficiales femeninas en el año 1997, a la edad de 15 años, Dios puso en mi corazón la vocación de servicio a la patria, permitiéndome iniciar mi carrera como oficial de la Armada Nacional en el año 2000'.
Servirle a la nación desde cualquier cargo o jurisdicción junto a sus compañeros, superiores y subalternos, teniendo así el honor de proteger el azul de la Bandera, es lo que más destaca de su labor.
La capitana de fragata es consciente de que su carrera demanda una entrega constante durante todas las épocas del año, en las que tiene que sacrificar tiempo con sus seres queridos y momentos especiales para continuar guiando ese barco lleno de vocación y servicio.
'Además, las exigencias de la vida en el mar durante el desarrollo de operaciones de control, de apoyo logístico o de protección a la soberanía nacional plantea retos de bienestar, seguridad, fortaleza física y mental, que al mismo tiempo se van convirtiendo en un cúmulo de experiencias y experticia durante cada maniobra a lo largo de la profesión'.
Pese a los desafíos que enfrenta, Liliana no se visualiza desempeñando otro oficio. Su pasión produce que cada día disfrute al máximo lo que hace.
El indeleble sello femenino
Además de proteger el azul de la bandera, también es fiel promotora de la igualdad en todos los campos, en especial en aquel que vive de cerca y que comparte con otras colegas que también dejan en alto las capacidades de la mujer militar.
'En lo personal tengo un infinito agradecimiento a Dios por permitirme poner en alto la condición de la mujer militar. Asimismo una inmensa responsabilidad, pues el Todopoderoso me ha dado la oportunidad de abrir las puertas a las oficiales femeninas durante las diferentes singladuras de mi carrera, permitiéndome ratificar no solo las capacidades y competencias de las mujeres, sino también dándome hoy la oportunidad de aportar a la conducción y formación de las nuevas generaciones de oficiales navales'.
Según cifras entregadas por Naciones Unidas, solo en la última década Colombia ha consolidado una de las generaciones de mujeres más educadas y capacitadas de la historia, siendo actualmente este género más del 54 % de quienes se gradúan de las universidades, es decir, más de la mitad de egresados gracias a su talento y capacidad.
'No hay duda de que Colombia ha alcanzado importantes conquistas en relación con la promoción de género y el empoderamiento de las mujeres en escenarios no solo militares, sino también deportivos, políticos, científicos, económicos y culturales'.
Y es que hasta 1979 se logró la primera incorporación de mujeres en el cuerpo administrativo de la Fuerza Aérea. Esta y la década siguiente fueron importantes para la mujer militar, ya que, además de lo mencionado, en 1983 el Ejército permitió la vinculación de suboficiales en sanidad, contabilidad, archivo y educación, y en 1984 ingresaron las primeras mujeres profesionales a la Armada Nacional, y ocho años más tarde esta última admitió el ingreso de mujeres como suboficiales.
Para la Armada Nacional, las destrezas y disciplina de Ortiz Reyna la hicieron merecedora del cargo que hoy ejerce y con el que ha marcado un hito que fomenta la inspiración en otras mujeres del país y el mundo.
'Un reto que asume con la entereza y profesionalismo de una mujer de mar, que se ha formado bajo la disciplina y los valores institucionales para aportar al cumplimiento de la misión constitucional de proteger y defender el azul de la bandera', expresó la Armada Nacional.
Y así lo ha llevado a cabo Liliana desde su designación. Desde su nuevo cargo ha podido dirigir la formación naval, militar y física de los cadetes, para hacer de ellos oficiales navales íntegros que se consagren al servicio de la patria.


