Barranquilla

Los secretos de la rotativa de EL HERALDO

A las 7:00 p.m. se inicia otra jornada igual de importante que la periodística. Entre máquinas, poleas y un zumbido ensordecedor, 9 operarios realizan el ‘milagro’ de la impresión de los hechos noticiosos.

Exael ‘el Pibe’ Angulo, con unos enormes protectores auditivos enredados sobre su cabellera ensortijada, concentrado frente a la consola principal desde donde dirige la sinfonía que sale de las enormes máquinas que producen un sonido ensordecedor, no estaba mezclando, precisamente, las candencias experimentales de un rock industrial o la extraña melodía parida desde las entrañas de la inquieta y particular estética de Tom Waits.

En medio del monótono y atronador zumbido de la rotativa Goss Urbanite de EL HERALDO y desde el cerebro electrónico de esta potente máquina, que cada noche a toda velocidad llega a imprimir 50.000 ejemplares por hora, Angulo en realidad mezclaba agua, tintas y colores que dan como resultado el periódico que, todos los días de la semana, un ‘ejército’ motorizado hace llegar en las madrugadas a los hogares de la región Caribe.

‘El Pibe’ ha dedicado 37 de sus 58 años a este cuarto de máquinas donde sucede el ‘milagro’ de la reproducción de las noticias. Con su experiencia, explica con detenimiento cómo es que la reportería de periodistas y fotógrafos, las ideas y el trabajo diario de editores y diseñadores se convierte en el producto informativo –de 53 x 27 centímetros o tamaño universal como se le conoce a este formato en el mundo editorial– que desde el 28 de octubre de 1933, hace hoy 82 años, llega de manera ininterrumpida a los hogares costeños.

De redacción al CTP. Manejando su propio ritual para las mezclas, el coordinador de rotativa acelera y desacelera los motores para que las enormes poleas que truenan, en un compás milimétrico, prensen y plasmen los hechos noticiosos más relevantes del día. El proceso –dice Angulo– comienza en la Redacción Central y cuando están terminadas y revisadas las páginas, son enviadas, en un archivo en PDF, al Computer To Plate o CTP donde procesan las planchas y estas pasan a la máquina rotativa que “saca el periódico que vamos revisando para que no lleve errores de impresión”.

De ahí pasa a empaque y despacho para enviarlo a la calle.

Visto de esta manera parece sencillo. Pero hay que conocer el complejo proceso para entender que es una composición extraordinaria de precisión, modernos software, enormes máquinas y un grupo humano que labora  desde las 7 de la noche hasta bien entrada la madrugada.

Cada 10 minutos el ‘grito’ prolongado de un timbre ensordecedor anuncia la parada de las máquinas y los 9 obreros, ataviados con botas industriales, gruesos overoles azules, tapabocas y también con protectores auditivos aprovechan para hacer chanzas entre sí, leer por anticipado el periódico o simplemente tomar una ligera merienda. Minutos después de corregir alguna falla o cambiar algún rollo que está por terminarse, Exael Angulo vuelve a ponerse frente a la enorme consola para que el ‘baile’ vuelva a comenzar.

Las notas corregidas pasan al CTP. Del computador a la plancha.

La producción. A las 9:30 de la noche, por lo general, la frenética actividad de las máquinas ya está en funcionamiento. De EL HERALDO lo primero que sale para impresión es la edición regional. Después de preparar las noticias de última hora, se imprime la edición local que debe estar lista, en el mejor de los escenarios, antes de medianoche.

La rotativa cuenta con 13 unidades de impresión, explica Federico Ospino, jefe de producción. “Las planchas son en aluminio. Se envuelven en la máquina y allí la plancha recibe la tinta y el agua para transferir la imagen al papel”, detalla.

Para preparar cada impresión, primero el papel entra al alimentador, de allí pasa a la unidad impresora que consta de cilindros y la plancha recibe el agua y tinta; luego va a la siguiente unidad de impresión. Para la impresión se usan cian, magenta, amarillo y negro.

“La tercera unidad lleva tres colores y por último recibe el negro. Todos se encuentran en la máquina plegadora donde se reúnen los pliegos de impresión y esta se encarga del cortado y el plegado; de allí salen las páginas para el área de despacho en la polea. La impresión de EL HERALDO se termina a las 2:30 de la mañana”, subraya Ospino.

La mayor impresión. Hace 33 años Alfredo Freile ingresó a laborar recogiendo periódicos para armarlos. Con el tiempo fue promovido a la máquina de impresión. Recuerda que durante todos estos  años una de las noticias que más impacto generó entre los lectores fue el asesinato del cantante vallenato Rafael Orozco. El homicidio, en la puerta de su casa al norte de Barranquilla, ocurrió la noche del 11 de junio de 1992.

“En ese tiempo se imprimían unos 75 mil ejemplares diarios y fue tanto el trabajo que lo hicimos hasta las 2 de la tarde del día siguiente. Esa vez se imprimieron como 115.000 ejemplares”, recuerda.

En las semanas siguientes la impresión día a día fue igual de elevada porque EL HERALDO era buscado no solo en cada departamento de la Costa para conocer en qué iba la investigación, sino en ciudades venezolanas como Maracaibo y Caracas, la, donde vivían miles de costeños seguidores de Rafa Orozco y su agrupación el Binomio de Oro.

Con orgullo, dice que la rotativa es el corazón del periódico, el alma misma del engranaje complejo y sincronizado que ha avanzado tecnológicamente: “Uno aquí lleva tantos años que ya termina conociendo la máquina hasta más que la propia mujer. Uno sabe cuando algo está raro o no está funcionando y sabe lo que hay que hacer para superarlo”.

Agrega Freile que una de las cosas que más lo enorgullecen es haber tenido la oportunidad de conocer y tratar con periodistas de gran trayectoria y valía como Fabio Poveda y Ernesto McCausland. “Me siento orgulloso de pertenecer a la familia EL HERALDO porque el periódico me ha dado todo lo que tengo y porque su nombre es lo mismo que credibilidad”, asevera.

Exael ‘el Pibe’ Angulo, coordinador de la rotativa, frente a la consola principal.

Área de logística. En un cuarto ubicado a un lado de la rotativa, 8 operadores, entre mujeres y hombres, reciben los periódicos que salen de las entrañas de la Goss Urbanite. Los ejemplares dan un breve paseo por una banda transportadora aérea hasta bajar a una enorme máquina contadora que los organiza en paquetes de a 50 ejemplares.

Van cayendo según está previamente establecida en la operación y de acuerdo a los pedidos recibidos. Los operadores los rotulan, luego pasan por la ensunchadora y de allí al distribuidor, quien los organiza para entregarlos al despachador que verifica las cantidades que corresponden a cada mayorista, explica Flavio Tamasco, coordinador del área de logística.

Los primeros periódicos que se envían son los regionales, que se despachan en 5 rutas que comprenden Sincelejo y Montería; Santa Marta, Valledupar Riohacha y Maicao; Cartagena y Ovejas en Sucre. Los destinos más lejanos son atendidos desde la 10:30 de la noche. El desafío es que EL HERALDO esté en cada rincón de la Costa antes de 6 de la mañana.

Rodando en la madrugada. Luego se activan las rutas locales, de las que se encargan 21 motorizados. Desde hace 16 años, Harold Insignares se adentra en las madrugadas barranquilleras, a bordo de su motocicleta. Llueva, truene o relampaguee su misión, como la de sus compañeros, es llevar el periódico a los subscriptores bajo su responsabilidad.

Rodando entre callejuelas solitarias, solo con la compañía del ladrido de los perros y bajo el amparo de la solitaria luz de las luminarias o de la diáfana “luna de Barranquilla que maravilla”, como dice la canción de Estrecita Forero, va al Barrio Abajo, al Centro, atiende a los clientes de la Zona Cachacal, a los del mercado público, a las empresas de la Vía 40 y a los residentes en los barrios Montes y Chino.

“Uno tiene que velar porque EL HERALDO llegue a los lectores en buen estado, que no se arrugue y, sobre todo, que lo reciban a tiempo, bien temprano. Generalmente salgo a las 2 de la mañana. Si no llueve o no me espicho ni nada, en unas 3 horas entrego todo”, cuenta Insignares, afiebrado juniorista y bailador de salsa como buen barranquillero.

Entre edificios, fábricas y viviendas hace 250 entregas, trabajo con el cual ha podido sostener a sus 7 hijos. Mientras la ciudad duerme, Harold rueda con la noticia fresca impresa, producto de todo un largo día de trabajo. Como se ha hecho desde la tradicional escuela del reparto, entre las sombras de la madrugada lanza en el domicilio de cada cliente los ejemplares de EL HERALDO que miles de costeños y barranquilleros leen, saboreando un café humeante, para empezar el día bien informados.

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