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La respuesta a la pregunta qué hemos aprendido del aislamiento social, no es simple. Como suele ocurrir con los distintos asuntos humanos, son muchos los factores implicados en las experiencias individuales y por tanto también serán diferentes los aprendizajes que se deriven de ellas.

Así lo manifiesta Olga Hoyos, Doctora en Psicología del Departamento de Psicología de la Universidad del Norte, al hacer un balance del mes de confinamiento que llevamos los colombianos por causa del coronavirus, y que fue extendido por el presidente de la República, Iván Duque, hasta el 11 de mayo próximo.

Hoyos señala que 'cuando el concepto aprendizaje nos lleva a pensar, de manera general, en cambios permanentes en la conducta, creo entonces que aún nos queda tiempo para ver cuáles han sido esos aprendizajes.

Por tanto, harán falta estudios que den cuenta del cambio en nuestro comportamiento es distintas esferas, para poder precisar esos aprendizajes'.

Tampoco es lo mismo hablar de aprendizajes individuales, a referirse en lo que como especie o naciones debemos aprender ya sea en lo político, económico o social entre otros aspectos, agrega.

'Muy humildemente, sólo me atrevo a señalar algunos aspectos que el aislamiento social nos ha permitido hacer consciente y quizá algunos aprendizajes que considero deseable que logremos como resultado de esta vivencia', indica Hoyos

La Doctora Hoyos cree, por ejemplo, que para muchos ha sido una oportunidad para:

  • Ser consciente de que el ser humano es capaz de los comportamientos y sentimientos más loables, así como de los más lamentables y censurables.
  • Ser creativos y construir opciones positivas para sobrellevar este momento, no sólo en su ámbito privado, sino generando aportes al bienestar de otros.
  • Ponernos en el lugar del otro… Aunque me atrevo a decir, que aún esta competencia no la hemos generalizado… la empatía no la sentimos hacia todas las personas en distintas condiciones.
  • Reconocer y ser consciente de las brechas sociales y económicas existentes en nuestro entorno cercano y a nivel mundial. Pero también de las distintas realidades personales, familiares que van más allá de las condiciones económicas y sociales.
  • Otra realidad de las que nos hemos hecho consciente es de la incertidumbre. El diario vivir nos crea una ilusión de certeza, pero lo cierto es que es la incertidumbre nuestra compañera permanente. Si el darnos cuenta de esto se convierte en permanente, entonces tal vez también, aprendamos a valorar la vida y lo que eso significa.
  • Y esto último me lleva a señalar lo que yo creo que sería el aprendizaje más deseable:

  1. Que la empatía se convierta en la tendencia más habitual en nuestro diario vivir.
  2. Que hayamos entendido que la educación emocional, el aprender a 'ponernos en los zapatos del otro' tiene que ser un propósito, una intención y que no llega de manera espontánea con la edad.
  3. Que no haga falta otra situación similar para darnos cuenta de que somos seres interrelacionados y que no es suficiente con salvaguardar 'mi seguridad'.
  4. Cuando empecemos a salir nos daremos cuenta si hemos aprendido y si 'tratar al otro, como quieres que te traten a ti mismo' se convirtió en nuestro modo habitual de actuar o si se impone el 'usted no sabe quién soy yo'.