Fueron cinco largas horas llenas de emociones, silencios, lágrimas, cuestionamientos, pero sobre todo expresiones genuinas, al menos del lado de las víctimas que desnudaron su dolor y el lastre que aún pesa sobre ellas por el infame delito del secuestro que tuvieron que padecer en carne propia o a través de los seres queridos que perdieron a la espera de recuperar el preciado tesoro de la libertad.
La Comisión de la Verdad convocó el encuentro en el que por primera vez, 13 años después de su liberación, la excandidata presidencial Ingrid Betancourt vio cara a cara a quienes en su momento ordenaron su secuestro. En el Teatro Libre de Bogotá, las víctimas relataron los horrores que padecieron, exigieron verdad y reclamaron un perdón sincero de los exguerrilleros, especialmente de Rodrigo Londoño y Julián Gallo.
Londoño reconoció en representación de las Farc la verguenzapor el secuestro y manifestó que esperan que alguna vez puedan perdonarlos “por el dolor incalificable del secuestro”.
Sin embargo, Julián Gallo, hoy con asiento en el Senado de la República, optó por no pronunciar la palabra perdón, al considerarlo un “acto cínico”, según él, solo para ofrecer titulares de prensa en un acto público. Insistió que ya lo ha hecho en varios eventos públicos y privados.
La actitud de los excomandantes guerrilleros fue duramente cuestionada por Ingrid Betancourt, por la ausencia de lágrimas o algún gesto de dolor en los rostros y palabras de quienes por tanto años la privaron de la libertad.
Eso solo esperaban ella y el resto de las víctimas: un simple gesto que les demostrara verdadero arrepentimiento.
Pero no. Se estrellaron contra una coraza, contra un muro que deja ver, como lo dijo a EL HERALDO en una entrevista ayer, que todavía “tienen el corazón endurecido por la guerra”.
Pese al curso que tomó, el acto de reconocimiento de verdad es realmente un gran paso en el aún largo camino para transitar hacia la paz.
Se espera que muy pronto la JEP realice la audiencia para el acta de reconocimiento con sanciones por “crímenes de guerra y delitos por lesa humanidad” que cometieron las Farc, y lo que Colombia espera es que no haya impunidad, que se produzcan sanciones.
A muchos no les gustarán las decisiones que tome el tribunal, pero razón tiene Ingrid Betancourt al decir que el fallo debe acondicionar el camino hacia la paz para “construir un país donde ese horror no vuelva a suceder”. No será fácil, pero hay que intentarlo.