Dejó el boxeo porque en el barrio La Chinita jamás encontró un sparring que pesara, a los 13 años, 90 kilos como él. Emigró al béisbol, su deporte favorito, pero el alto costo de las manillas, de los zapatos y hasta los bombachos, lo dejaron out. Sin embargo fue el atletismo, sin pensarlo, la disciplina donde encajaría y obtendría dulces frutos.
Son las 10:05 de la mañana. El sol está incesante en el estadio Rafael Cotes, pero la brisa decembrina intenta amilanar su poder. De una mototaxi desciende Henry Cañas Brochero, el único lanzador de disco del Atlántico y reciente ganador de una medalla de plata en los Juegos Nacionales de Bolívar.
'¿Qué tal mi pana?', expresa el corpulento atleta de un metro con 87 centímetros de altura y 127 kilos de peso.
Vestido con el uniforme de presentación de la delegación del Atlántico y con un bolso rojo, Henry camina hacia la tribuna para conversar con EL HERALDO. Personal de aseo y mantenimiento lo saludan.
En la plática, Henry va desnudando secretos que dejan desazón. No tiene entrenador y es Juan Carlos Díaz, orientador cubano al servicio del Valle, quien le envía las rutinas para que las desarrolle en suelo currambero.
'No tengo entrenador porque no hay dinero. Aquí en el Atlántico solo estoy yo en la rama de varones. Lo peor es que no hay semilleros. Este año se logró ser medallista sin entrenador, pienso que he dado resultados y me merezco un orientador especialista en lanzamiento, que de verdad sepa qué necesita uno, y que tenga experiencia', enfatiza.
Con un registro de 49.28 metros, Henry se colgó la medalla de plata en los Nacionales y fue superado ampliamente por el antioqueño Mauricio Ortega, con un sello de 62.19 metros. 'Es el mejor de Colombia. Mauricio entrena en Europa y es un ídolo para mí', agrega el barranquillero de 21 años de edad (13 de abril de 1998) y residente en Las Nieves.
Fueron 23 horas montado en bus para llegar a Bogotá el pasado 21 de agosto, sitio donde se preparó durante tres meses para construir los escalones hacia el podio en Cartagena.
'Me tocó prestar 200 mil pesos para viajar. Vivía en la casa de mi tía Erica Brochero y su esposo Bladimir Sanjuán. Tengo que agradecerle mucho a ella porque me dio estadía y me alimentaba muy bien. Yo no puedo comer como una persona normal. Como mucho porque gasto mucha energía entrenando y compitiendo. Lastimosamente no les he podido pagar lo que cuadramos porque Indeportes no me ha dado el dinero para hacerlo. Les debo ese pago por ayudarme durante tres meses'.