Lo que hace apenas unos meses se veía como un escenario ideal en Liverpool, un grupo unido, un proyecto sólido y un técnico que parecía tener la suerte de su lado, hoy se ha transformado en un ambiente lleno de tensiones.
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El club atraviesa una temporada confusa, marcada por la falta de integración y por un camerino que ya no respira armonía sino choques internos y egos desbordados.
En medio de ese panorama, el nombre que más resuena es el de Mohamed Salah. El atacante, quien durante años fue considerado el gran intocable de Anfield, pasó inesperadamente de ser la pieza esencial del esquema a ocupar un lugar recurrente en el banquillo, situación inconcebible hasta hace poco.
Los flojos resultados en la Premier League, pese a una inversión cercana a los 500 millones de euros en el reciente mercado, han puesto bajo la lupa a todo el plantel, incluidos los fichajes estrella y al propio técnico Arne Slot. El entrenador neerlandés decidió ensayar una variante táctica sin Salah, decisión que desató un terremoto interno por involucrar al jugador mejor valorado tanto del club como de la liga.
El egipcio, visiblemente molesto, lo dejó claro tras quedar fuera de la convocatoria ante el Inter en Champions, su tercera suplencia consecutiva.
“Me hicieron muchas promesas en verano y ahora estoy en el banquillo tres partidos seguidos. He dicho muchas veces que tenía una buena relación con el entrenador y ahora no tengo ninguna. No sé por qué, pero me parece que alguien no me quiere en el club”, expresó.
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A su vez, añadió que, “no puedo creerlo, estoy muy decepcionado. He hecho mucho por este club, todo el mundo lo ha podido ver a lo largo de los años, especialmente la temporada pasada. Estar en el banquillo, no sé por qué. Siento que el club me está traicionando. Así es como me siento”.
Mientras algunos compañeros cuestionan que el delantero aporte más tensión que soluciones, varios analistas ya ponen en duda su rol dentro del equipo.
Según reveló The Athletic, una razón inesperada podría estar influyendo en su momento negativo, la ausencia de Luis Díaz. “Salah sintió que el equipo la temporada pasada se construyó para sacar lo mejor de él y le encantó jugar junto a Díaz, Núñez y Trent Alexander-Arnold, quienes se fueron”.
Asimismo, otros apuntan a un golpe emocional aún mayor, la muerte de Diogo Jota, cuya versatilidad, como extremo o como falso nueve, hacía más fluido el juego del atacante africano.
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Finalmente, hoy en Liverpool temen que Salah pida salir en el mercado invernal, aunque su alto costo convertiría esa opción en una operación casi irrealizable. Por ahora, la misión del club pasa por recuperar la calma, dejar de lado las rencillas personales y enfocarse en reconstruir el proyecto. El primer paso, coinciden muchos, debe darlo él, Mohamed Salah.























