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Eduardo Movilla Vásquez (Barranquilla, 13 de febrero de 1952) tiene un sueño por cumplir en su ciudad. Al mirar el espejo retrovisor de lo que ha hecho en 47 años dedicados a la enseñanza de la natación ahora quiere visualizar qué hacer después del 2027. 'La vigencia no te la da la edad. La vigencia la da el trabajo que estás haciendo. Yo pensé que ya me iba a retirar, pero estoy viendo y me parece que están saliendo muchachos. Y es cuando digo: bueno, vamos a ver qué pasa... Mi gran anhelo, ojalá se cumpla, es tener un nadador en los Juegos Panamericanos de Barranquilla 2027'.

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Levanta las cejas y los pequeños ojos negros brillan más con el reflejo del sol de justicia. Está al borde de la piscina de su escuela La Academia en el barrio El Prado, en el patio de la casa, donde empezó su empresa deportiva el 26 de junio de 1984. 'Sería como la tapa de la caja', dice sobre los Juegos del 2027.

En la entrada de la escuela está colgada una fotografía de Movilla con su bañador, descamisado, bigote, cabello negro al estilo del norteamericano y campeón olímpico Mark Spitz. Esta vez se anima para otra fotografía, des- cubre el torso y se lanza a la piscina, nada con el estilo pecho y se muestra como un roble a sus 70 años. 'Yo no me quiero sentar en las gradas de la piscina a ver de la mejor manera posible a los cachacos nadando por Colombia en los Panamericanos y que no haya un costeño. No quiero. O sea, me parecería que perdí el tiempo. Entonces quisiera que un barranquillero estuviera ahí, y si puede ser entrenado por mí mejor'.

El primer nadador barranquillero en unos Juegos Olímpicos fue Julio Galofre Montes en Beijing 2008, y salió del club La Academia, fundado en 1979 bajo el pulso de Movilla Vásquez que comenzó su historia como entrenador siendo deportista y selección Atlántico de polo acuático.

Para el campeonato nacional de 1971 en Ibagué, Eduardo Movilla había comenzado a entrenar a Mauricio Mejía y orientó a su pupilo a ganar una final y ser convocado a una selección Colombia. Después enseñó natación en el Country Club, estudió y terminó su pregrado de Administración de Empresas, trabajó en Venezuela para dedicarse a su regreso a la obra del club y la escuela La Academia.

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Las dos organizaciones se llevan cinco años de diferencia. Cumplirán 40 y 45 años en 2024 y están unidas como cordón umbilical. La escuela ha formado a más de 25 mil niños en Barranquilla.

¿Cómo ha hecho para su sostenibilidad?. 'No ha sido fácil para un negocio y sobre todo este que no es vender arroz, carne, o papa. Aprender natación sí es necesario, pero en un momento dado puede ser un lujo para una familia. Si no tengo plata, dentro de tres meses o en un año el papá inscribirá al niño. La constancia y la disciplina ha sido muy importante. Sí lo he tenido muy claro. La gente sabe que las clases empiezan a las 2 de la tarde y si falta un profesor pues se hace la clase'.

Ricardo Mena, nadador en las últimas dos décadas del siglo XX, fue como la arcilla en manos del alfarero con Movilla, y destaca los valores aprendidos. 'Fui conejillo de indias de Movilla, la maravilla de Barranquilla. Así lo he llamado siempre. Conmigo probó métodos en natación, unos sí funcionaron, otros no. Es el mejor entrenador de Colombia, está muy actualizado y con él aprendí disciplina, a perseverar. Fue como mi padre y le debo lo que soy ahora en Estados Unidos, donde trabajo en el área comercial de una cadena de televisión'.

El máximo hito de la natación local lo alcanzó Movilla con su único nadador en una olimpiada. Con Julio Galofre además logró que un nadador ganara una medalla de oro en unos Juegos Nacionales después del pionero Nicolás Barrios en las primeras cuatro décadas del siglo XX.

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Con el Club La Academia, Eduardo Movilla ha logrado 22 medallas para Atlántico desde los Juegos Nacionales de Bucaramanga en 1996. Desde esas justas la natación ha ganado 29 medallas, incluida el oro de Camilo Marrugo en el Eje Cafetero en noviembre pasado.

La responsabilidad de enseñar a nadar o de llevar al máximo rendimiento a un deportista es una empresa titánica y puede ser excluyente. Para llegar a Beijing, Galofre en cuatro años alineó su talento con el entrenador, el compromiso de la familia, el sacrificio del deportista, que hoy se evoca como un momento en el que se pierde etapas de juventud. La vida del nadador en busca del desarrollo está entre los 18 a los 24 años, aunque hay talentos que empiezan a los 16 años. 'Con Julio Galofre se unieron una serie de factores claves que se necesita para volver a hacerlo. Entrenar en carnavales, Semana Santa, viajes, encontrar apoyo económico', precisa Movilla.

La sencillez y la humildad definen a Eduardo Movilla. Agrega que, más que un entrenador, su vocación es servir. Y lo aprendió de su padre un día que recuerda llegó sin camisa a la casa en El Prado. 'Alguien me la pidió y se la regalé', le dijo el progenitor.

'Yo soy servicial. A lo que menos me he apegado es al dinero. Prefiero perder, porque es que en la vida lo más importante es la responsabilidad. Y lo que estoy haciendo es enseñando'.