Ejercitar nuestras capacidades, destrezas o talentos para entretenernos o divertirnos, es una condición propia del ser humano.
Desde el origen, hemos manifestado sin vacilación, una necesidad evidente por el mundo lúdico. En esencia, como un acto relacionado con la posibilidad de manifestarnos competentes y triunfales, así, el resultado del ejercicio demuestre por partidas, que el contrincante es relativamente superior a nosotros, siendo nosotros mismos, el principal contrincante.
Algunos dicen que es el Juego Real de Ur, proveniente de la dinastía sumeria. Otros, citan el Senet del Antiguo Egipto, el Weíqí chino (conocido también como Go) y el Backgammon de la Mesopotamia, como los juegos más antiguos de la humanidad. Datan todos, de entre 4000 y 2600 años a.c. y a pesar de tener ciertas similitudes en sus formas, no existe dato único ni cierto sobre cuál de ellos fue el primero.
Lo cierto es que el juego y la vida van de la mano. Jugar es vivir.
Todos los juegos representan confrontación, pero hay algo en ellos inequívoco que nos permite sortear y superar las dificultades que representa cualquiera que sea el que estemos jugando ¡las Reglas! Solo las reglas del juego hacen posible que lo entendamos, lo estudiemos, lo practiquemos, lo juguemos y probablemente, lo ganemos. Solo las reglas permiten dirimir los disgustos y ordenar los alegatos que de un juego se derivan.
Un juego sin reglas es provocación de caos y frustración.
Aunque los jugadores estén dotados de enormes atributos y capacidades, sin reglas, todo es un desperdicio. El talento de desvanecer.
El autor, músico, poeta Indio Harish Johari (1934-1999) rescató de la lengua sánscrita una antigua tradición que ha permanecido viva por más de 2000 años, la revivió en su momento y la hizo libro y juego: LILAH, el juego del conocimiento de sí mismo. Un juego parecido al popular de la serpiente y la escalera, pero en este, los asensos y descensos nos llevan a las casillas donde se dibujan la geografía del alma. En el primer segmento del juego se encuentran entre otros la codicia, la vanidad, la envidia, la nulidad, los celos, la avaricia, la ira y los apegos. Dicen sus instrucciones y sus reglas, que muchos de los jugadores no logran salir de esa primera parte del juego, pues jamás entendieron en qué consistía el juego mismo.
Probablemente el juego más antiguo la vida sea vivir y los secretos espirituales que gobiernan ese juego se encuentran en papeles refundidos.
Por momentos, siento que se ha perdido el libro de las reglas y por momentos, siento que solo se ha jugado en el primer segmento del juego de Lilah.
¿A qué jugamos?