Loable y para aplaudir el esfuerzo por preservar la tradición de la realización del Carnaval de Barranquilla, así sea de manera virtual en la edición 2021, en la decisión elemental y consecuente de protegernos lo máximo ante la pandemia. Leía en un artículo de la página digital de la Alcaldía de la ciudad, una frase que justifica la permanencia de nuestras tradicionales fiestas en este nuevo año “se trata de volver al Carnaval como lo era al principio, en casa, más íntimo, valorando por sobre todo lo cultural”.

Como sabemos, nuestro Carnaval ha recibido muchos honores y reconocimientos y es, desde el 7 de Noviembre de 2003, Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, dignidad que otorga en su sabiduría la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), lo que quiere decir que desde hace casi 18 años esta fiesta se nos salió de las manos, ya no es solamente de los barranquilleros o incluso de los colombianos, es orgullosamente propiedad del mundo entero, y no aguanta lo mezquino, intereses políticos o discusiones oportunistas y bizantinas. Hoy adquiere mayor valor, independientemente de circunstancias atípicas impredecibles como estas que han generado la crisis de salud pública, es un bálsamo volverlo a vivir como cuando nació, una vivencia cultural individual única compartida en el hogar con los nuestros. Un oasis para el espíritu.

Adicionalmente, el Carnaval de Barranquilla en la calle o en casa, constituye de inmenso significado por su potencial, pocos me podrán contradecir pero es y ha sido un remedio a nuestro estado mental y anímico. Lo definí así en uno de mis escritos que titulé: El Carnaval, un psiquiatra barato, publicado en mi libro al viento y al azar, su vivencia permite “que se abran las compuertas que separan el consciente del inconsciente y se dejen en libertad frustraciones, inhibiciones, deseos represados y reprimidos durante todo el año”. Sin temores, considero que nos ha llegado también en el 2021 precisamente como un respiro, un remedio, una brisa que refresca, un verdadero alivio de manera oportuna y contundente.

Y la presente edición no se resume a lo central del 13 y 14 de febrero próximos, le apunta de manera noble y visionaria a una conmemoración de todo el año y está enmarcada dentro de un ingrediente imprescindible de sostenibilidad cultural en donde era necesario hacer énfasis. Me refiero al proceso estrictamente académico, pedagógico y de formación en línea. Así, podremos a través de las herramientas virtuales vivir, recordar y para muchos aprender llegando a auditorios de muchos países del mundo, entre otras sobre el significado de la danza y todas las expresiones culturales que invaden cada acto de Carnaval, contado por sus propios protagonistas.

Lo anterior, garantizando el trabajo protagónico y participación de los hacedores, creadores, reinas, artesanos y el activo histórico y ADN, la misma gente. Todo esto es vitamina para el alma y el conocimiento. Recordar el por qué de la existencia perenne a través del tiempo de esta fiesta que engalana y sana los espíritus.