La situación de los Pueblos indígenas frente a la pandemia del Coronavirus es muy preocupante dada su extrema vulnerabilidad. El estado de salud de sus miembros es de por si precario debido a su limitado acceso a los servicios de salud, la escasez de agua potable y las altas tasas de desnutrición. Las actividades económicas de estos pueblos sufrirán un impacto demoledor por la pandemia pues sus artesanías, así como los excedentes de la pesca, el pastoreo, la recolección de frutos y la agricultura no tendrán la habitual salida en los mercados. No se conoce hasta hoy un plan especial de ayuda hacia las comunidades amerindias que serán gravemente afectadas.
En momentos como este el pasado sirve como un reservorio de la experiencia para evitar la repetición de situaciones favorables a la letalidad de la enfermedad. En marzo de 1991 el país afrontaba una nueva epidemia del cólera. En noviembre de ese mismo año se dio un brote inesperado en el puerto de Bahía Portete en La Guajira a causa de un barco panameño que había transportado agua contaminada en sus depósitos. En enero de 1992 ya habían sido atendidos en los hospitales 1170 indígenas wayuu con síntomas del cólera, 19 ya habían muerto a causa de la enfermedad y decenas lo harían en los meses siguientes. Cada persona fallecida era objeto de un concurrido velorio en el que se contaminaban decenas de personas y así se continuaba en una dolorosa espiral. En una comunidad llamada Ichitu se dio sepultura a doce miembros de una misma familia. Con el asesoramiento de los organismos de Salud y la OMS las comunidades aprendieron a purificar la escasa agua disponible, a tomar rigurosamente las medidas de prevención y ello contribuyó a erradicar la epidemia.
Hoy, frente al coronavirus, es imperativo suministrar información oportuna a los Pueblos indígenas. Es importante, pero no es suficiente, que estos contenidos se transmitan en las lenguas nativas. Las campañas deben estar apropiadamente diseñadas, ser socialmente viables y contar con la supervisión de las autoridades de salud. Ellas deben emplear metáforas basadas en la cultura, Estas, como las de la guerra contra el virus, pueden movilizar a cada pueblo indígena, activar valores sociales y repertorios prácticos para la acción.
La historia nos muestra que la aparición de nuevos agentes patógenos puede ocasionar la muerte de millones de seres humanos como ocurrió con la viruela durante la conquista. Las medicinas tradicionales se basan en conocimientos histórica y geográficamente situados acerca del entorno natural y las patologías locales, pero enfrentamos hoy a un enemigo nuevo y letal de la humanidad. En las redes sociales jóvenes indígenas hablan de revelaciones oníricas acerca del hallazgo de prodigiosos remedios locales. Esto puede entenderse como el deseo de encontrar refugio en un pasado idílico en donde reside la pureza de la cultura. El exceso de confianza ante el coronavirus puede ser tan peligroso como el pánico generalizado. Inexorablemente todo resquicio abierto para no cumplir con las medidas sanitarias y la cuarentena lo pagaremos con valiosas vidas humanas. Cumplamos con el distanciamiento físico con mucha cercanía emocional.
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