En el marco del Sexto Congreso Internacional de Literatura la Universidad del Norte organizó un homenaje a dos escritores colombianos Álvaro Cepeda Samudio y Hazel Robinson. Mis lectores se preguntarán porque soy yo Tita Cepeda la que siempre habla y escribe sobre La langosta Azul, cuando no aparezco en los créditos que todos saben son de Álvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, Luis Vicens y Enrique Grau. Resulta que soy un poco juguete del destino porque fui y soy depositaria de la copia original de la película desde 1959, cuando Luis Vicens, entregó la copia original a Álvaro Cepeda, en nuestra casa del Parque Santander.

Álvaro mostró la película a algunos amigos, la película no se volvió a ver en Barranquilla. Hasta 1968 cuando el director de la Alianza Francesa, Claude Mazet, la proyectó en un doble con El Perro Andaluz de Luis Buñuel y Salvador Dalí. Fue un éxito completo, la gente no cabía en la antigua sede de la 53.

Hago reconocimiento a la Alianza Francesa por su apreciación de la calidad de la película, que fue un llamado de alerta al público cineasta colombiano.

Álvaro Cepeda trabajó la idea de la película desde el bachillerato,1945, cuando escribía en periodiquitos estudiantiles. Más tarde en 1947 y 1953 en el Nacional encontramos cuatro columnas; "el hombre pesimista" “Vigencia de un cuento” “De Parques, de Cometas” y Ciénaga, donde desarrolla el tema como si soñara.

En 1954 cámara Bolex 16 en mano dio la orden para rodar las primeras secuencias de La Langosta Azul. Una historia de un pueblito de pescadores en la Costa Atlántica, perdido en su pobreza y soledad donde llega un gringo con una carga de langostas entre ellas una atómica. Cepeda Samudio siempre tuvo una actitud renovadora frente al periodismo y a la literatura, no es extraño que decidiera hacer una película que abriera nuevas perspectivas al cine colombiano. Según el historiador Martínez Pardo, el primer paso lo dio Cepeda al filmar La Langosta Azul. Grau a quien pertenecen todos estos recuerdos, continua; “la película de 16mm que compramos en Barranquilla resultó escasa, tuvimos que cuidarnos mucho, antes de rodar cualquier escena, que era discutida por los tres Álvaro, Luis y yo, hasta que lográbamos un acuerdo, era incluida en el plan de trabajo, que llevaba Luis. Terminada la filmación en el pueblecito de La Playa, Luis Vicens llevó los negativos a Bogotá para su revelado y montaje en el cual participaron Álvaro Gabito Luis y yo”.

Dice Gabito: en Vivir para Contarla "algo puse yo, que hoy no recuerdo, pero la historia me pareció divertida y con la dosis suficiente de locura para que pareciera nuestra, el mérito mayor de La langosta azul es el dominio de la intuición que era talvez el Ángel Tutelar de Cepeda".

Grau me dijo algo muy hermoso, pero antes aclaró; La escena de la brujería no estaba en la idea original. Surgió de la necesidad de darle un sesgo a la búsqueda de la langosta. Entre los tres la montamos y yo hice el papel de Brujo". De los grandes recuerdos de la filmación se destacan aquellos momentos mágicos cuando sentados en la playa por las noches discutíamos el lenguaje del cine, sobre la importancia del cine en el mundo que se abría ante nosotros, lo que significaba como forma autónoma de expresión".