En Europa se han acabado las vacaciones de verano para la gran mayoría de la gente. Todavía quedan unas semanas de días cálidos, pero el sol se pone cada día vez un poquito más pronto. A finales de octubre, sin embargo, este proceso se acelera bruscamente al retrasarse el reloj una hora para dar paso al horario de invierno. De repente, anochece una hora antes. Recuerdo el efecto del cambio de horario en mi anterior trabajo en un periódico en Madrid. De un día para otro salía de la redacción siendo de noche. El efecto contrario se producía a finales de marzo con el adelanto de la hora cuando, de repente, gozaba del lujo de volver a casa disfrutando de los últimos rayos de sol. Por otra parte, tengo dulces recuerdos de los espectaculares atardeceres en el Caribe, donde la luz solar se eclipsa en pocos minutos y prácticamente siempre a la misma hora. Por ello no me extraña que Colombia acabara con el cambio horario verano/invierno hace ya décadas.

En Europa también se avecina el fin de los dos horarios que rigen en el año desde hace tiempo. La Comisión Europea propone eliminar el cambio horario después de que una consulta online mostrara que el 84% de los europeos está a favor de acabar con esta práctica. Hay informes que aducen problemas de salud en mucha gente por el cambio brusco e innatural de la hora. Para las empresas, la práctica supone cierto coste de adaptación de sistemas, mientras los supuestos beneficios en ahorro de energía son escasos.

La cosa seguirá adelante siempre que el Parlamento Europeo y los gobiernos nacionales refrenden la iniciativa de la Comisión. Entonces, la siguiente pregunta será cuál de los dos horarios adoptar, el de invierno o el de verano. Y esto lo podrá decidir cada país por sí mismo. Actualmente, hay tres zonas horarias en la UE. La longitud del día y de la noche en cada estación varía según la situación geográfica. En el Norte los días son muchos más largos en verano y mucho más cortos en invierno que en el Sur, mientras que la hora depende del eje Este-Oeste. Berlín, por ejemplo, está a unos 2.000 kilómetros más al noreste de Madrid, pero ambas ciudades comparten el mismo horario.

Bajo el sistema actual, en la capital española amanece alrededor de las ocho horas en diciembre y sobre las siete en junio, mientras anochece sobre las seis en invierno y casi las diez en verano. Si España se adaptara a la actual hora de verano durante todo el año, el sol saldría a las nueve y media en diciembre, lo cual significaría que la inmensa mayoría de la gente tendría que ir al trabajo o al colegio en la oscuridad. Si al contrario España se quedara con el horario de invierno, las plácidas tardes soleadas de verano se acortarían una hora, lo cual disgusta mucho al importante sector de la hostelería y el turismo. El gobierno ha creado una comisión para estudiar el asunto. Aparte de acabar con la molesta costumbre de cambiar el reloj dos veces al año, está claro que un nuevo horario para todo el año no podrá contentar a todo el mundo.

@thiloschafer