En Colombia las regiones con mayor índice de pobreza monetaria son Pacífico y Atlántico, y en esta última a pesar de los múltiples ingresos que se generan por la agricultura, la industria y el turismo, la desigualdad sigue siendo un tema alarmante. Una de las ciudades que refleja con mayor tristeza esta situación es Cartagena, siendo de las ciudades más visitadas por turistas en Latinoamérica, con un crecimiento económico sorprendente y la sede de principales congresos internacionales realizados en el país. Esta ciudad que está llena de historias y que ha crecido a pesar de la ausencia de una administración sólida a nivel local, enfrenta grandes retos en la redistribución de la riqueza o si se quiere, en la generación de oportunidades para las comunidades que por razones socioeconómicas no han podido beneficiarse del privilegio que representa para muchos vivir o trabajar en Cartagena.

Históricamente se ha hablado de la otra Cartagena, referencia que no por ser común está bien empleada o debería seguir utilizándose, esto, siempre que no solo genera un escenario de segregación económica, cultural y social, sino que deriva en el desconocimiento de la realidad de las personas que habitan en la ciudad y que por décadas han estado invisibilizadas en medio de turismo, las festividades y la estética del centro histórico. Ahora, habiendo superado lo de la “otra”, mostrar a Cartagena como la unidad que es permite que inversionistas, fondos de cooperación, emprendedores y tomadores de decisiones puedan desarrollar alternativas para generar empleo, programas de educación y preparación de capital humano en diferentes sectores.

Esta unidad también permitirá que se conozcan otras alternativas de turismos ecológicos, iniciativas locales articuladoras de cambio y oportunidades en los barrios de Cartagena. Me gustaría referir una experiencia local de la ciudad que conocí con mi familia y que se suma a todas estas experiencias que te llevan a un mayor entendimiento de Cartagena: Las Chambaculeras. Este proyecto comunitario ha sido desarrollado en el Canal Juan Angola y consiste en un paseo en embarcaciones al estilo Xochimilco en Ciudad de México, en el que te muestran el ecosistema de manglares, los pájaros e iguanas, la gastronomía local y te enseñan a bailar champeta. Todas las personas que trabajan en el proyecto son jóvenes de la comunidad, muchos que salieron de círculos de violencia y que ahora viven en la legalidad y con ingresos que transforman sus vidas y las de sus familias.

Proyectos como este deben apoyarse por lo que representan tanto para la comunidad como para los turistas, entender la multidimensionalidad de Cartagena y todo el crecimiento que hay por delante. Todo este razonamiento se debe hacer extensivo a las ciudades de la costa atlántica y las buenas ideas que cada día son más.

@tatidangond