Sufrí en carne propia de covid-19, viví esa pesadilla cuando el virus penetra en tus células, cuando tu cuerpo te defiende como guerrero y un ejército de células marchando para combatir el virus, pero trayendo sangre y fuego en su lugar, esa impotencia de saber que estas en mano de un extraterrestre invisible, nadie sabe si es un arma biológica o producto de un murciélago, mi cuerpo y mi mente tambaleaban ante la incertidumbre, me hacía mil preguntas, ¿por qué a mí? Mi único apoyo era mi ángel, mi Dios y mi padre a quienes les rezaba todos los días, mi familia en la distancia todos aislados, además también contagiados, ¡Dios mío!
Días de tristeza y reflexión, días de nostalgia, de llanto, estaba luchando ante uno de los guerreros más temidos en la historia, con un equipamiento nuevo, desconocido, soldados disciplinados y bien equipados, invisibles a la vista pero mercenarios en el cuerpo. Cuando eres medico tu mente consciente de sí misma que recibe, almacena, recupera y trasforma, trasmite información se potencializa, todo lo ves magnificado, se entrecruza la esperanza con el horror, el optimismo con el pesimismo, no sabes de que bando estas, pero cuando meditaba, cuando rezaba sentía la verdadera paz y sabía que el único soporte era la fe.
Cuando alzo mis ojos y veo que somos como un virus para el planeta, así como nos quejamos del daño que hace el coronavirus a la humanidad, el planeta siente lo mismo con la destrucción que le hacemos y cuál es la vacuna para salvar el medio ambiente ¿no existe vacuna para salvar el medio ambiente?, la vacuna somos nosotros mismos, como ser habitante.
Cuando veo que el sistema de educación actual no está dando sus frutos a la sociedad, y la juventud ve que la plata es la meta que hay que alcanzar, por encima de la ética, la cultura, la urbanidad, la empatía, la socialización, y que no hay fiesta buena sin alcohol hasta la embriaguez, y se olvidan que hacer política es un deber ciudadano, donde cederle el puesto a una dama es parte del olvido, donde la vulgaridad causa risa, donde no respetamos la sabiduría del anciano, y vemos la desgracia del pobre sin lamentaciones, sin dolor. Pero tengo que reconocer que hay gente buena y pujante en mi país, que luchan con su trabajo diario, a fortalecer la democracia y sacar adelante esta tierra, pero desgraciadamente no alcanza.
Cuando se levanta una generación que no le teme a Dios, pasa lo que vemos en las noticias hoy, y este solo es el comienzo. Pero pienso que dentro del odio de un sector de la humanidad debe existir un amor invencible. En medio de las lágrimas debe existir una sonrisa invencible. En medio del caos debe existir una calma invencible. Sueño que cuando el poder del amor supere al amor por el poder, el mundo encontrará paz, mientras será imposible. Tengo fe que al final todo va a salir bien y si no ha salido bien, es que todavía no es el final.
Que tristeza cuando pienso que se nos olvidó querernos, se nos olvidó sonreír, recordar que el verdadero valor no es la billetera, es la discreción, honestidad, buenos modales, lo básico de la vida, la tolerancia, saber dialogar, saber que lo que estamos haciendo hoy nos acerca al lugar que queremos estar mañana. Reconocer las personas que pueden ser el puente para atravesar este largo y duro camino de la existencia, y saber que podemos tener la cara llena de ojeras, la mente llena de ideas, y luchar para no rendirse.
rvegallamas@hotmail.com