
Más que dulce
¿Agridulce? No. Es mucho lo dulce que tenemos, lo que nos permite llevar a segundo plano lo agrio que a nivel nacional acontece en este país de locos.
Estamos en un diciembre atípico, pero no agridulce. Es éste un mes dulce, para revivir la esperanza y la alegría y para resaltar las cosas buenas, que por aquí tenemos muchas: son especiales y se lucen nuestros gobernantes Noguera y Pumarejo, tenemos nacionalmente los mejores indicadores en todo, nos miran como destino: Empresarial, amén del menor desempleo, la Asamblea del BID aquí y la fértil labor de Pro Barranquilla; turístico, con Arena del Río y los estupendos planes para Puerto Colombia; deportivo, que, además del béisbol, lo bien que le va a Junior a pesar de las directivas nacionales, y el tenis, que compitiendo con muchas ciudades, ¡buena por Juan Abuchaibe! se alcanzó la categoría de Grand Slam para el Mundial Juvenil, lo que atraerá a los mejores jugadores; en salud, lamentando, claro, la irreparable pérdida de cercanos amigos y familiares, vamos rumbo a la estabilización de los contagios, y además ilusiona el gran avance del médico e investigador barranquillero Carlos Rivero, quien mientras nos llega una vacuna confiable ha desarrollado con acompañamiento del INVIMA un medicamento (no es una vacuna ni un tratamiento) que, aplicado en los inicios del contagio, apenas se identifique el Covid, baja sustancialmente la carga viral, y el virus no se replica rápidamente.
¿Agridulce? No. Es mucho lo dulce que tenemos, lo que nos permite llevar a segundo plano lo agrio que a nivel nacional acontece en este país de locos donde, por ejemplo, algún sector del poder judicial sigue haciendo de las suyas, invadiendo las atribuciones ajenas, no sólo en lo del glifosato, también lo del absurdo fallo del Club El Nogal que ordena a los socios pagar los horrores del atentado; el juez de pueblo que cual experto epidemiólogo falla contradiciendo las directrices de los especialistas del Minsalud. Hay mil ejemplos.
Agridulce podría ser lo del Almirante Gabriel Arango. Agria señal la que envía nuestro sistema que, sin explicación alguna, durante años ha engavetado la investigación contra los implicados en el infame complot, el ex ministro y ex presidente Santos, los ex Almirantes Barrera, y Echandía, y el capitán Tovar Neira, con la anuencia del entonces fiscal Mario Iguarán. A todos ellos se les debe reactivar el caso, judicializarlos, obligarlos a de sus propios bolsillos pagar la indemnización decretada. Pero dulce la reciente ratificación de la inocencia de un hombre reconocidamente recto y correcto que, siempre digno, honró a la Armada Nacional, y que continúa honrándola con su actitud ante lo acaecido, no sólo restándole importancia al reconocimiento pecuniario dictado por la justicia, sino reprochando el que las barbaridades de un desalmado grupo de funcionarios se deban pagar con los impuestos de los contribuyentes. Más dulce será cuando, para una real justicia y reparación, el Almirante Arango sea reintegrado a su Fuerza, que luzca orgulloso su uniforme, y hasta lo designaran Comandante de la Armada.
Así que optimismo y alegría, pues está claro: Este es un diciembre más que dulce.
rzabarainm@hotmail.com
Más Columnas de Opinión

Campanazos
Una de las facetas más llamativas de la administración Petro es que no escucha, incluso a quienes quieren que Colombia avance exitosamente en el cierre de desigualdades, la diversificación económica y la transición energética. No hay buenos

Cuando el estado falla, falla el país
En todas partes del mundo se suceden situaciones absurdas, eso hace parte del planeta en que vivimos y de la imperfección de los que en este habitamos. Ahora bien, una acción absurda cometida por una persona del común solo tendrá pos

Lo que pasó en España
Lo que pasó el domingo en España es la respuesta al fracaso del Sanchismo.
La política española es apasionante, su dinámica es diferente por sistema a la nuestra, pero igual de seductora para la atención de quienes seguimos fre

¿Gobernar por Twitter?
El marketing digital es una valiosa herramienta para quienes aspiran a un cargo de elección popular. Las campañas electorales han cambiado su sistema de comunicación tradicional (radio, prensa, televisión) por otros más modernos, como