Hay pánico con Petro! Pero seguro es infundado: Petro, tan acostumbrado a engañar, se engaña a sí mismo con su guarismo de la vez pasada. Su desbordado ego no le permite aceptar que fue el resultado de votos ajenos que no encontraron otro palo donde ahorcarse, que influenciados por la feroz campaña antifuribista descubrieron tarde las otras opciones. Además, pese a que juega a la amnesia colectiva, la gente no olvida su antepasado criminal, su atroz paso por la alcaldía y, menos, la imagen del tipo contando en una burda bolsa los billetes de un cruce. Aunque tampoco es para descartarlo de plano, el Petro de hoy no es ni sombra del que se vendió en 2018. Ya ni la izquierda lo quiere.
Por supuesto aterra la posibilidad del país en manos de izquierdosos, tenemos muy cerca a Cuba y Venezuela, el devastador castrochavismo que no solo arrasa, sino que se las arregla para eternizarse. Las angustias son tales, que los políticos ya se están organizando para el debate. Se precipitan, como si la elección presidencial no fuera en 2022, sino ahorita. El caso es que ya están en el ruedo varios que se autoconsideran presidenciables, claro, cachaco que haya ocupado algún cargo medio importante cree merecerlo; mal rodeados y acicateados por sus asesores lavaperros. Distinto a Álex, que se rodeó con Elsa y con Puma, dos estrellas. Por eso ¡es ahora!
Por punta y punta los desorientados políticos andan conformando gavillas para competir. Presentan viejos electoreros y expersonajes dispuestos a afrontar la batalla, no importa que en las presidenciales la gente vote más por el líder que por partidos, que la decisión de voto responde a una coyuntura, y que no tienen en cuenta a la numerosa juventud.
Si se pregunta a los jóvenes acerca de su partido político, responderán no pertenecer a ninguno, o no saber que existen, y menos conocer las diferencias entre uno y otro. No leen prensa escrita, poco sintonizan noticieros televisivos y, si se enteraron de algo fue por las redes, que son la voz de los afónicos, de quienes al no contar con foro alguno se expresan a través de ellas opinando sin límites lo que les venga en gana y leyendo lo que les atraiga, no importa su procedencia. Bien lo saben algunos políticos, y por ello llenan bodegas de muchachos contratados exclusivamente para por miles y miles de mensajes “colgar” lo que se les indique, y así desorientan, o inclinan tendencias a su antojo. Mueven, entonces, su propia “opinión pública” tal como antaño hacía la gran prensa capitalina.
Los partidos tradicionales bien lo saben, pero nada hacen al respecto, viven su propio mundo, la modernidad no los alcanza, no hay propuestas, siguen en las mismas. Se sienten débiles, y por eso arman gavilla, cuando ¡es ahora! Para hoy los godos programaron una cumbre ¡con tres precandidatos santistas! Deben aterrizar. Síí, acompañaron los desvaríos de Santos pero, aunque ni líder tengan, no es para tanto. Deben cambiar, pero no les importa pues, como todos, están es calculando cuál gavilla es la que más les conviene.
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