Con igual determinación recorrieron caminos semejantes con resultados desiguales. Diferencias explicables en gran parte al identificar similitudes adicionales entre la lucha actual y la metáfora bélica.
El término “niebla de guerra”, acuñado por el militar prusiano Carl von Clausewitz, se origina en la confusión causada por la imprecisión de la información en los campos de batalla. Información que suele ser incompleta, engañosa, contradictoria, cambiante. Excepto por un puñado de países asiáticos no existía experiencia en el manejo de una pandemia. Dentro de los confines de cada estado nación, todos hemos tenido que avanzar, en palabras del mismo Clausewitz, en “un mar inexplorado, lleno de peligros, que hay que surcar entre las tinieblas de la noche” y de prisa.
Como una ironía de la modernidad, la niebla se sube literalmente a la nube y se apodera de nuestros mensajes, de nuestros temores, de nuestras vidas. Se trata de una guerra asimétrica entre un enemigo microscópico e instituciones de alcance planetario. La “inteligencia”, en este caso la ciencia, fue tomada por sorpresa por el ataque viral. Imposible cumplir el primer mandamiento de la guerra: conocer el enemigo. Lo vamos conociendo por los golpes que nos asesta, contando los muertos, viendo si son hombres o mujeres, jóvenes o viejos, gordos o flacos. Dr. Fauci, eminente jefe de la respuesta en Estados Unidos, dijo hace un par de días “Es muy complicado. Estamos comenzando a entender.” Bill Gates, cuya fundación apoya prometedoras opciones de vacuna, recién explicó por qué ésta podría tomar desde nueve meses hasta dos años. La niebla fuerza a tomar decisiones en la incertidumbre.
Se suprimió, con razones, la oferta de aerolíneas, hoteles, restaurantes, bares, clubes y centros de convenciones. Lo mismo se hizo con millones de cumpleaños, matrimonios, grados y primeras comuniones. Ese fuego amigo arruinó de contera proveedores, empleados y contratistas de todas esas actividades. Luego, al encerrarnos, se estranguló también la demanda de casi todos los demás sectores. Clausewitz, quien pasó parte de su vida combatiendo los ejércitos de Napoleón, reconoció que la capacidad de éste para motivar a la población fue determinante de sus éxitos; otro factor que nos pasa costosa factura donde no encontramos el apoyo de la comunidad para lograr confinamientos fuertes, breves, eficaces. En muchos países, Colombia entre ellos, el pico se ha ido postergando, lo que induce a prolongar daños colaterales económicos y sociales. Pirro, rey de Epiro, al ganar una batalla en la que perdió la mitad de sus hombres, exclamó: “Otra victoria como ésta y regresaré solo”. Sí, estamos en guerra. Con disciplina y solidaridad podremos evitar una victoria pírrica.
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