Con motivo del día del trabajo tuvimos una jornada en Fundesarrollo para darle una mirada al desempeño de algunas variables clave del mercado laboral en las tres ciudades puerto del Caribe durante el año 2018. Lo bueno es que las ciudades del país de más bajo desempleo fueron Santa Marta (8,4%), Barranquilla (8,5%), Cartagena y Bucaramanga (estas con 8,7%), versus un promedio de 10,7% para las 13 ciudades principales. Las tres se destacan en ese emblemático indicador.
Lo malo es que Cartagena es la ciudad del país con más baja Tasa Global de Participación (TGP) en el mercado laboral (56,6%) y Santa Marta empata con Manizales en la segunda posición (59,5%), contra un distante 66,4% para las 13 ciudades. Esa variable mide el porcentaje de personas que, estando en edad de trabajar, se encuentran trabajando o buscando trabajo. Y es contra este grupo que se calcula el porcentaje de desempleados. Por eso el que haya menos gente activa en el mercado laboral desluce el logro de un bajo desempleo. ¿Qué gracia tiene, por ejemplo, que Cartagena tenga un desempleo igual a Bucaramanga, si tiene 10% menos de personas en edad de trabajar participando en el mercado de trabajo?
Ese no es el caso de Barranquilla que a mediados de ésta década subió su TGP del 61% al 65% y ha logrado mantenerla. Muy buenos resultados tuvo también ésta ciudad en el reciente informe del primer trimestre de 2019: cae el desempleo 1,2 puntos porcentuales, en contraste con un incremento a nivel nacional, al tiempo que aumenta la participación y la ocupación.
La informalidad sigue siendo un terco lunar en Colombia. En 2018 fue del 47% en las 13 ciudades, muy alta en comparación con otros países. Y en el Caribe el problema se agudiza: 54% en Cartagena, 55,9% en Barranquilla y un terrible 65% en Santa Marta. Tradicionalmente los problemas del mercado laboral y en general del desarrollo económico habían sido del resorte de políticas públicas a nivel nacional. En las últimas décadas se ha visto un cambio de paradigma a nivel global hacia un papel más protagónico de las entidades territoriales en el desarrollo local. Barranquilla no es ajena a esa tendencia. La lucha contra la informalidad debe estar en un sitio alto de la agenda de las tres ciudades.
Finalmente, lo feo es la deserción de los jóvenes del mercado laboral. En Cartagena la tasa de desempleo de los jóvenes entre 14 y 28 años fue del 18% y en Barranquilla del 16%, ambas cifras duplican sus respectivas tasas de desempleo global. En las dos ciudades la TGP de ese mismo grupo está entre las tres más bajas del país. Por eso los han bautizado como NiNis: ni estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo. Cartagena, con 15,4%, y Barranquilla, con 13%, son las dos ciudades con más alto porcentaje de NiNis. La posibilidad de reglamentar a nivel nacional un salario mínimo por horas con seguridad social, que les permita trabajar y estudiar, incentivaría opciones laborales formales a esa población, en cuyo futuro se juega el futuro del país.
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