A Uribe le chuzaron su teléfono por órdenes de la Corte, en una investigación contra un parlamentario chocoano. La Suprema alega que fue por “error”, pero hay pruebas inequívocas de que sabían que el celular era de él; el alto tribunal le ocultó por varios meses que lo investigaba, aunque Uribe les preguntó directamente; cuando finalmente se lo confirmaron, pidió que lo recibieran en versión libre y no lo permitieron; solicitó que se oyera a varios testigos en su defensa y se negaron. Podría seguir con la lista de violaciones a sus derechos.
Y sí, el juicio es político. Uribe es el político determinante de las dos últimas décadas y ganador de todas las elecciones, menos la segunda vuelta del 14. A ese que no lograron derrotar en las urnas, quieren sacarlo del juego con la instrumentalización del sistema judicial.
El juicio contra Uribe prueba la politización de la justicia y la judicialización de la política. No pretendo que la Corte sea uribista. No debe serlo. Lo que se espera es que no sea antiuribista. La justicia o es imparcial o es arbitrariedad revestida de formalismos.
Hay también un ánimo de revancha por parte de quienes sufrieron la mano firme de Uribe, una guerrilla que sufrió los golpes más contundentes y unos paramilitares que fueron extraditados. Uribe ha sido el muro de contención a los avances de la izquierda radical en el continente. Ha sufrido 17 atentados. Como no lograron matarlo, quieren eliminarlo por vía judicial.
No tengo duda de que privar de la libertad al expresidente es el primer paso de su ofensiva final para tomarse el poder. Demostró que si vienen por él, pueden venir después por cualquiera, que no tienen límites. El peligro para la nación es mayor que nunca. Pero están profundamente equivocados. La injusticia contra Uribe ha sido una puñalada en las entrañas del pueblo. Han despertado a las mayorías silenciosas. La tristeza, el dolor, la indignación y la ira, el miedo de que la Nación caiga en manos de los violentos, de los mafiosos, de la izquierda radical, nos moverá a la unidad. La alianza republicana es la primera urgencia. Y la acción política para ganar en el 22 es la segunda. Desde ya y hasta entonces hay que trabajar sin descanso. Uribe es más que Uribe. Uribe es la defensa de la democracia, de la libertad, de la seguridad para todos, de la economía de mercado para generar riqueza y empleo, para reducir la pobreza, para buscar la equidad. Acá estamos los que defendemos sus banderas. Y no tememos. Somos muchos más.