Puede sonar insultante, pero en esta oportunidad esa no es la connotación ni el significado que le quiero dar al término "escoria".
No encontraba un título para esta columna, un tema del que no podía dejar de opinar. ¡La violencia de género es inaceptable! ¡El maltrato a una mujer no puede existir ni ser provocado por un hombre! Menos aún cuando quien sufre la violencia es la compañera y madre de los hijos que llevan la sangre de quien ejerce el maltrato.
El presidente de la República, mediante la Directiva número 001 del 8 de marzo de 2023, demuestra su rechazo a todo tipo de violencia, en especial la dirigida en contra de las mujeres. El documento tiene como asunto: “Protocolo para la prevención, atención y medidas de protección de todas las formas de violencia contra las mujeres y basadas en género y/o discriminación por razón de raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo, u orientación sexual, o discapacidad, y demás razones de discriminación en el ámbito laboral y contractual del sector público; y la participación efectiva de la mujer en las diferentes instancias de la administración pública”.
Es razón suficiente para que Colombia entera repudie los actos de violencia generados por el embajador ante la FAO, Armando Benedetti, en contra de su esposa y madre de sus pequeños hijos.
La violencia contra las mujeres no puede existir. Los escándalos creados por el polémico embajador Benedetti no solo han perjudicado al gobierno del cambio, sino también la imagen de los colombianos, que internacionalmente se proyecta como violenta e irrespetuosa. Con estos hechos sumados a los desórdenes de la final de la Copa América, será muy difícil recuperar la imagen deteriorada por actos de unos pocos.
Ante la opinión mundial, estamos construyendo una imagen que no corresponde a la de una potencia mundial de la vida, sino que más bien se asemeja a una potencia mundial de la barbarie, del desacato y los actos violentos y de desorden. Es inaceptable que un embajador sea un generador de violencia contra una mujer, su propia esposa. Armando Benedetti no puede representar a Colombia en ningún lugar; es una vergüenza y es indigno ser embajador de nuestro país. A su esposa, mi más sentida condolencia, apoyo y solidaridad. ¡No podemos seguir vendiendo la imagen de que los colombianos somos una escoria de la humanidad! Me refiero a una sociedad indigna y despreciable de toda admiración y respeto: ¡una escoria!